viernes, 16 de junio de 2017

Distinguir populismos progresistas de movimientos fascistas

Distinguir populismos progresistas de movimientos fascistas

Movilización sábado despedida de Cristina Fernandez de Kirchner diciembre 2015

Hoy en día hay una gran confusión que tiene que ver con las movilizaciones de protesta, los reclamos de renuncias de presidentes, y otras cuestiones relacionadas.

En primer lugar hay que tener en cuenta que hay dos clases sociales bien definidas, más una clase media heterogénea que sigue al que tenga más fuerza en cada momento de la situación política, económica y social.

Con esto queremos decir que hay solamente dos políticas fundamentales, la de la burguesía, sobre todo la gran burguesía y la de la clase obrera. Todo el resto son posiciones intermedias que se acercan a una u otra. Esto en cuanto a tener objetividad acerca de a qué responden las distintas ideologías y posiciones políticas concretas.

En las últimas décadas se ha desarrollado la política de los llamados golpes blandos[1], sistematizados por el ideólogo Gene Sharp[2], y llevados adelante principalmente por la política exterior de EE.UU., junto al resto del capital concentrado y centralizado internacional (CCy CI). Se basa fundamentalmente en tomar muchos aspectos de las auténticas movilizaciones democráticas y revolucionarias, imitándolos falsamente e introduciendo elementos fascistas que favorecen sus verdaderos fines.

Para muchos se trata de legítimas protestas en las que participan ingenuamente, hasta que los resultados, esto es el acceso al poder de un gobierno de ultraderecha, fascista o semifascista, ultrarepresivo y antipueblo los hace arrepentirse. Para entonces el primer objetivo de los golpes blandos se habrá cumplido, derrocar a gobiernos progresistas que obstaculizan la concreción irrestricta de los intereses del CCyCI.

Pero no es solamente la falsa imitación de auténticas movilizaciones democráticas, sino que también introducen fuerzas de choque, como las guarimbas venezolanas, que realizan acciones violentas destinadas a crear un clima de caos en el país de turno, y provocar la represión del gobierno que quieren derrocar, para acusarlo, precisamente, de represor y aumentar progresivamente el clima destituyente.
No se trata de que los gobiernos progresistas no repriman en alguna medida, pero es  en lo esencial una actitud defensiva frente a estos movimientos con características claramente fascistas. Ocurre que, usualmente, estos gobiernos progresistas se manejan dentro del estado capitalista y la respuesta a la ofensiva destituyente utiliza siempre, en mayor o menor medida, los métodos capitalistas de responder a los disturbios sociales.

Parte de estos golpes blandos son las revoluciones naranjas, una de las últimas la acaecida en Ucrania, que dio lugar a un gobierno fascista y a muchos que participaron que hoy están arrepentidos.

Un ejemplo más actual es lo que está ocurriendo en Venezuela.

Los golpes blandos tienen distintas características, y se adaptan a la situación política de cada país.

Los nazis producían grandes movilizaciones de masas, pero eso no impedía que fueran profundamente reaccionarias.

Hay tradiciones en la izquierda, que asignan a toda movilización un carácter progresista y hasta revolucionario. Pero no es así y es fundamental que todos los partidos de izquierda y progresistas y el pueblo en general, tengan clara la diferencia entre uno y otro.

Para esto es imprescindible aprender a discernir la orientación objetiva de cada movilización, y a qué clase social responden. En los tiempos que corren esto se ha vuelto una necesidad imperiosa.

Las movilizaciones y en general todo tipo de luchas verdaderamente democráticas son generadas esencialmente por necesidades del pueblo no satisfechas, como condiciones de vida, libertades democráticas y otras. Y se basan en una conciencia cada vez más clara de la realidad, del rol antipueblo de determinado gobierno, etc.

Las movilizaciones fascistas, las de los golpes blandos, también se basan, en alguna medida, en las necesidades populares pero fundamentalmente, en la desesperación irracional frente a la insatisfacción de esas necesidades, fabricando un chivo expiatorio como los judíos en el nazismo. Unas son auténticas, basadas en una conciencia creciente del papel que tienen cada uno los partidos y del gobierno. En las otras, las derechas (representantes políticos del CCyCI) aprovechan la desesperación popular, la ignorancia, engañan al pueblo y lo utilizan empujándolo a movilizaciones irracionales como las de los nazis contra los judíos. Nunca hubo una prueba concreta de que los judíos eran los causantes de la crisis económica alemana. Tampoco hay ninguna prueba de que en el gobierno anterior de nuestro país “se robaron todo”. Pero, por ejemplo, a Cristina Fernández de Kirchner muchos la insultan, la llaman chorra, etc. Con los judíos en la Alemania nazi, salvando las distancias, pasaba algo similar.

Pero hoy la política de los golpes blandos se ha sofisticado, perfeccionado y responde a organizaciones internacionales del CCyCI y no solamente a la política interna de cada país en particular.

Una necesidad imperiosa de la hora actual es saber diferenciar a unos y a otros.

Carlos A. Larriera
13.6.2017

Pueden verse todos los artículos del autor en el blog
mail: gordiangus@gmail.com, Facebook: carlos augusto larriera





[1] Golpes blandos, la nueva tendencia en la región, Santiago O’Donnell, Página 12, 1.9.2016,
[2] Según el documentalista Ruaridh Arrow “el doctor Gene Sharp propone 198 técnicas para su estrategia de una revolución no violenta. Sharp es el experto en revoluciones no violentas más famoso del mundo. Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas.”

lunes, 12 de junio de 2017

La izquierda actual y el gran capital concentrado y centralizado mundial

La izquierda actual y el gran capital concentrado y centralizado mundial

guarimberos con máscaras y equipo

En general la izquierda actual no incorpora a sus análisis la ofensiva internacional del gran capital concentrado y centralizado mundial (CCyCI).

Esta ofensiva se realiza de distintas maneras: con la guerra invadiendo otros países a sangre y fuego y con los golpes blandos, fundamentalmente, entre otras.

En nuestro país (y probablemente en el mundo) la izquierda autodenominada[1] revolucionaria hace eje en la afirmación de que todos los gobiernos (dictadura militar, neoliberalismo, populismo) son igualmente capitalistas y entre el neoliberalismo y el populismo considera que las diferencias son solamente de matices[2], como en el caso del macrismo y el kirchnerismo en el ballotage.

Que todos son gobiernos capitalistas, es cierto; y que hay que explicarlo y denunciarlo permanentemente, también. Pero dentro del capitalismo, poner un signo igual entre estos diferentes tipos de gobierno no tiene nada que ver con el marxismo. Los bolcheviques llevaban adelante  muchas veces la unidad de acción, incluso a veces en las elecciones, con los partidos pequeñoburgueses, como los trudoviques y los socialistas revolucionarios. Eso lo consideraban muchas veces inevitable, porque no se podía avanzar sin tener que hacer acuerdos a cada rato con distintos partidos. Pero siempre votaron en contra de los kadetes, el partido liberal burgués, que lo único que buscaba era ampliar su libertad de acción, obtener reformas democráticas pero manteniendo el poder del zarismo, con el fin de lograr la libre movilidad para el capital. Pero cuidándose permanentemente de no dejar espacios para el proletariado y el conjunto del pueblo trabajador. Los bolcheviques combatían permanentemente el falso discurso democrático de los kadetes, aclarándole siempre a las masas acerca de la naturaleza y los objetivos ese falso discurso.

Una sola vez, cuando la alternativa del triunfo de las centurias negras era muy probable, aceptaron un frente electoral con los kadetes, sin dejar de criticarlos. El argumento bolchevique era que, bajo un gobierno kadete, el marco político iba a ser más laxo que bajo las centurias negras, lo que permitiría un mayor desarrollo de la lucha de clases.[3]

Todo esto para señalar que Lenin explicaba permanentemente las diferencias de clase y las políticas que de allí se derivan de cada uno de los partidos burgueses y pequeño burgueses, para que el proletariado conociera perfectamente su funcionamiento y supiera adoptar las tácticas más apropiados para aumentar la democracia y avanzar hacia el desarrollo de las posibilidades revolucionarias.

La izquierda actual se limita a señalar que son todos capitalistas, que las diferencias son de matices que, por consiguiente, no hay que votarlos nunca, cualquiera que sea la coyuntura, poniendo prácticamente un signo igual, absoluto, entre los distintos tipos de gobierno capitalista. Y de esa manera, no toman como guía las caracterizaciones de Lenin y no piensan en garantizar permanentemente el mejor marco para desarrollar la lucha de clases.

Pero el daño que hacen a la conciencia de las masas va mucho más allá de las coyunturas electorales. El no distinguir las diferentes políticas burguesas de todos y cada uno de los partidos impide que el proletariado cuente con elementos suficientes para orientar su política.

Muchos socialistas actuales acusan al gobierno venezolano de represor y a muchos izquierdistas de encubrir estos hechos con fraseología cuasi marxista, de caer en la falsa caracterización de que el gobierno venezolano es revolucionario y socialista.[4]

Es cierto que la fidelidad al marxismo de estos socialistas es, por lo menos, muy dudosa.

Que el gobierno de Nicolás Maduro reprime, también es cierto. La pregunta acerca del grado y la estrategia de la represión y el verdadero carácter de la misma del gobierno de Maduro, es difícil de responder con precisión contando, solamente, con las informaciones de los diarios burgueses, progresistas y de izquierda.[5]

El tema es que los partidos de izquierda no registran la ofensiva destituyente, golpista, del capital concentrado internacional y local contra el gobierno de Nicolás Maduro. Si esta perspectiva no se tiene en cuenta, es inevitable caer en caracterizaciones equivocadas y tampoco se puede evitar hacerle el juego a estos golpes blandos en curso.

No se trata de no decir que el gobierno de Maduro es burgués, que la revolución socialista del siglo XXI chavista no tiene nada de socialista, que una parte de la izquierda acepta el discurso chavista y confunde a las masas adjudicándole verdadera naturaleza revolucionaria socialista. Todo esto es imprescindible hacerlo.

El problema es la perspectiva política con la que se hacen estas críticas. Que todo esto sea cierto no niega las reformas sociales y la elevación del nivel de vida de grandes masas del pueblo trabajador. En palabras del ideólogo del CCyCI Zbigniew Brzezinski que afirmó reiteradamente que “nuestro enemigo es el populismo”[6] se testimonia la ofensiva mundial del gran capital contra el populismo en los distintos países. La izquierda debe tener una política específica frente a este fenómeno. Pero la ignora en sustancia, y efectúan sus análisis y desarrollan su actividad sin tener en cuenta esta ofensiva. Esto hace perjudicial el discurso de la izquierda actual. Realizar un análisis más objetivo de la realidad es el primer requisito para desarrollar una política verdaderamente revolucionaria.

La izquierda autodenominada socialista revolucionaria siempre ha estado en contra de los golpes de estado militares, como debe ser.  ¿Por qué razón no está en contra de los golpes blandos que, en definitiva, suelen terminar en dictaduras directamente militares o por lo menos, altamente represivas dificultando al máximo el libre desarrollo de la lucha de clases?

La única respuesta que surge es que no reconoce la existencia de estas campañas destituyentes del gran capital y su verdadera dimensión.

El gran capital no puede, simplemente, imponer sus políticas de saqueo neoliberal en todos los países y en todas las coyunturas nacionales e internacionales a través de golpes militares. Esta es la razón objetiva por la cual están utilizado la táctica y la estrategia de los golpes blandos, cuyos elementos fundamentales no son nuevos, pero que se han desarrollado a un nivel mucho mayor en las últimas décadas.

Resulta claro que hay que tener una política contra los golpes blandos, combinando esto con la denuncia de que todos los gobiernos bajo el estado capitalista son gobiernos burgueses, y adoptando la táctica más adecuada en cada momento.

Cualquiera sea la justificación de la izquierda actual de su política basada en la igualación casi absoluta entre todos los partidos y gobiernos burgueses, choca inexorablemente con el hecho inadmisible de que ignoran la naturaleza de estas ofensivas destituyentes, de estos golpes blandos.[7]

En relación a Venezuela queda claro que el gobierno de Maduro ejerce algún grado de represión contra el pueblo. Pero para ponderar adecuadamente el carácter de esta represión hay que empezar por aclarar que la ofensiva es de la oposición destituyente, que ha inventado la violencia en las calles siguiendo el manual de los golpes blandos[8] y que la violencia del gobierno es claramente defensiva y no estratégica, como sería la estrategia represiva de Macri en la Argentina, y como será también la estrategia del futuro gobierno si finalmente triunfa el golpe blando. La generación de la violencia es provocada, sin ninguna duda, por la oposición de la derecha destituyente[9].

El gobierno de Maduro actúa básicamente defensivamente. El hecho de que utilice las fuerzas represivas que existen en todo estado capitalista es una derivación lógica del hecho de ser, más allá de su política populista, un gobierno capitalista y cae en la represión sin reemplazarla por la democratización revolucionaria del pueblo, para que sea el mismo pueblo el que se defienda con sus propios métodos.

Pero el gobierno de Maduro no tiene a la represión como estrategia, no la genera. Mucho menos utiliza la represión para imponer las políticas de saqueo de los gobiernos neoliberales surgidos de golpes blandos como el actual de Macri. No es su objetivo saquear al pueblo, sino realizar reformas que eleven su nivel de vida, política que denominan falsamente socialismo del siglo XXI. Esta diferencia es fundamental. La principal lucha de la verdadera izquierda es contra los generadores de la violencia.

Uno de los grandes pecados el gobierno de Maduro y también durante el gobierno de Chávez, es dejar el núcleo central de la economía en manos del gran capital. Permitir que los dólares que ingresan por las exportaciones de petróleo se transformen, en su mayor parte, en fuga de divisas, manteniendo una estructura del aparato estatal corrupta y al servicio del gran capital. Mientras no supere esa contradicción de pretender profundizar las reformas manteniendo los organismos del estado al servicio del capital en la mayor parte el gobierno, Maduro no podrá evitar el deterioro general de la economía, dejando las condiciones para que una parte del pueblo, ingenuamente, caiga en la participación de la ofensiva destituyente.

Para quien quiera verlo esta ofensiva es clara y no es nueva históricamente. Como ejemplo tenemos al desabastecimiento, que es muy grande y provoca penurias en toda la población, llevando a muchos a renegar del chavismo. Pero esto se produce por el boicot, el acaparamiento sin distribución de las grandes empresas productores de alimentos y otros bienes básicos. Esto no es nuevo, suele suceder en la preparación del ánimo de la población que conduzca a apoyar activa o pasivamente los golpes. Sólo que esta vez su escala es mucho mayor y se integra como una parte del manual de los golpes blandos[10], siguiendo básicamente, las recomendaciones de Gene Sharp.[11]

Es notorio como la izquierda en general se hace eco en mayor o menor medida, de la información y la propaganda del gran capital, que tiene en todo el mundo el cuasi monopolio de todos los medios de información, televisivo, radial y escrito.

No toma en cuenta la multitud de artículos que describen la ofensiva destituyente y sus componentes violentos. Por lo menos debería plantearse el interrogante sobre quién dice la verdad y quién miente, en líneas generales, porque es evidente que no puede ser cierto, en su totalidad, opiniones e informes tan contradictorios.

La omisión de la existencia de las guarimbas[12] es inadmisible, siendo que es una de las herramientas principales de los golpes blandos, aplicada en muchos países del mundo. El objetivo central de las guarimbas es generar un clima insostenible de violencia,  responsabilizando a los gobiernos, generando en la población el repudio y la aceptación de la alternativa de que la oposición destituyente acceda de una manera u otra al poder, por elecciones o por golpes militares, por ejemplo. Gran parte de las muertes producidas en todas estas manifestaciones son efectuadas por un sector de los manifestantes preparado especialmente para producirlas. La oposición destituyente manda matar gente con el objetivo específico de acusar a los gobiernos de las mismas. Son el producto de una estrategia deliberada, siniestra, de esta oposición. Esto es sabido ampliamente y la izquierda no puede actuar y realizar sus críticas ignorando esta realidad.

Que el gobierno de Maduro responda en parte utilizando las fuerzas represivas de todo gobierno capitalista en lugar de impulsar una verdadera revolución democrática, es su principal responsabilidad y forma parte de la raíz de toda su crisis.

Sin una revolución democrática de todo el pueblo, un levantamiento generalizado y el surgimiento de organizaciones de masas que se transformen en un poder alternativo a los gobiernos de los estados capitalistas, no hay salida posible.

Pero el planteo de revolución verdaderamente democrática, que desemboque en un gobierno realmente de todo el pueblo, ejercido directamente por el pueblo mismo, desmontando todo el aparato estatal del estado capitalista, no existe en la izquierda actual. Debería ser el eje de su política pero ni siquiera lo plantean.
Y esto también vale para la Argentina, Brasil y en general para todos los países. La estrategia de revolución democrática siempre está vigente, y es un eje particularmente necesario en este momento histórico.
Los socialistas y todos los verdaderos demócratas consecuentes tiene una tarea común, estratégica en este momento: la revolución democrática, para lograr un verdadero gobierno de todo el pueblo, ejercido directamente por el pueblo.

Durante esta revolución los verdaderos socialistas, utilizando el análisis científico y los datos de la realidad que con frecuencia no son visualizados por el pueblo, trataremos de explicar exhaustivamente a la mayoría de los que viven de su trabajo de que la solución de fondo es la revolución social, empezando por la expropiación del gran capital. La revolución democrática es la tarea inmediata, el único objetivo que nos abrirá una salida verdadera a toda esta situación argentina y mundial de la ofensiva del gran capital internacional, que provoca cada vez más desocupación, miseria y represión a la población, y guerras en todo el mundo, para lo cual también tiene otra táctica, inventar y promover en todas partes todo tipo de movimientos terroristas para instalarlos como el enemigo principal y así justificar su ofensiva cada vez mayor contra los pueblos de la tierra. Es el mismo CCyCI el que actúa con distintas tácticas y el mismo objetivo, instalar gobiernos absolutamente sumisos a sus intereses saqueadores.

Carlos A. Larriera

12.6.2017

Pueden verse todos los artículos del autor en el blog
mail: gordiangus@gmail.com, Facebook: carlos augusto larriera





[1] Empleamos el término “autodenominada” para señalar la contradicción entre lo que afirman ser marxistas y su verdadera política que en la mayoría de los casos es irremediablemente reformista.

[2] Reafirmo entonces lo que escribí en otras notas: desde una perspectiva socialista no hay ninguna razón para preferir a Scioli o Macri. El viejo criterio del marxismo –véase aquí– se aplica a la actual situación. Los trabajadores no ganan nada apostando a pequeñas y sutiles diferencias entre los candidatos, tan sutiles y pequeñas, que hay que buscarlas con lupa. Rolando Astarita en su nota “Intelectuales y académicos por Scioli, contra el voto en blanco”.

“Llamamos al voto en blanco porque es una expresión política, es nuestra primera trinchera de lucha para enfrentar los ajustes que preparan tanto Scioli como Macri. Con solo ver sus gabinetes y referentes económicos nos damos cuenta fácilmente para qué se preparan: balas, garrotes y ajuste”. La Izquierda Diario, 20.11.2015, http://www.laizquierdadiario.com/El-voto-en-blanco-es-nuestra-primera-trinchera-de-lucha


[3]“Siempre que los liberales sean más fuertes que los centurionegristas, /…/es obligatoria /…/ la unión de los obreros con la democracia burguesa (populista, trudovique, etc.) contra  los liberales /…/ los casos en que los liberales sean más débiles que los centurionegristas y /…/ se requiera formar un bloque general de la oposición para derrotar a estos últimos.” La segunda vuelta de las elecciones en Rusia y las tareas de la clase obrera, V.I. Lenin, Obras Completas, tomo XVIII, págs. 43/49, segunda edición corregida y aumentada, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1970.

[5] "¿Dictadura en Venezuela? Se agradece que se informe antes de opinar”, Alfredo Serrano Mancilla, https://actualidad.rt.com/opinion/alfredo-serrano-mancilla/238900-expertos-venezuela
Entrevista a Modesto Emilio Guerrero, sobre su libro “Una revuelta de ricos”, por Andrés Figueroa Cornejo.
[6] Entre otras declaraciones: “según el político, la “resistencia populista” podría ser un gran obstáculo para la imposición de un nuevo orden mundial.” 26.11.2013
[7] Golpes blandos, la nueva tendencia en la región, Santiago O’Donnell, Página 12, 1.9.2016,
[8] Según el documentalista Ruaridh Arrow “el doctor Gene Sharp propone 198 técnicas para su estrategia de una revolución no violenta. Sharp es el experto en revoluciones no violentas más famoso del mundo. Su obra ha sido traducida a más de treinta idiomas.”
[9] Según el modelo ‘La Salida’, ver Acontecimientos centrales y escenario económico-social
[10] El golpe suave. La Teoría de Thierry Meyssan, 10.7.2012
Manual USA para derrocar gobiernos. Gene Sharp, el cerebro de los golpes “blandos”. Orlando Rangel Yustiz , martes, 18 de agosto de 2015,
[11]  La política de la acción no violenta, el libro más conocido de Gene Sharp
[12] Guarimbear es para sifrinos o sicarios: la moda opositora y la carne de cañón popular, Álvaro Verzi Rangel
¿Todas las víctimas son de oposición? Lo que no le dicen sobre las protestas violentas en Venezuela