jueves, 21 de diciembre de 2017

el camino del fascismo



El camino del fascismo



El atentado en la noche del 20 de diciembre de 2017 en su domicilio a Hernan Letcher, miembro del CEPA y concejal por Unión Ciudadana en general San Martín puede considerarse como el comienzo definitivo del fascismo en la Argentina.

El método es típicamente nazi y fascista. Atacar domicilios, locales políticos, sociales y sindicales, impidiendo su funcionamiento futuro, provocando temor, y triturando poco a poco toda organización de lucha social es el la forma de operar clásica del fascismo.

No es la única ofensiva, hay cada vez más, entre otras la negativa de eximición de prisión del intendente Mario Secco que podría quedar detenido por los delitos de "coacción agravada, intimidación pública y entorpecimiento de la labor legislativa";
las declaraciones del fiscal Moldes que pidió que las detenciones en manifestaciones no sean excarcelables;
la brutal represión a los trabajadores y familiares del Ingenio La Esperanza, y la detención del Secretario General y el Secretario Adjunto del Sindicato de Obreros y Empleados del Ingenio La Esperanza, Juarez y Bautista respectivamente,por “turbación”, “entorpecer el desarrollo de la función pública” y “daño a la propiedad pública”. Junto a los dirigentes hay más de 25 detenidos, entre ellos simples transeúntes que cometieron el delito de portar vestimenta de grafa. También hay mujeres detenidas que acompañaban a sus maridos en el corte y se vieron sorprendidas por la represión.
No menos escandalosa fue la detención del abogado del sindicato, Fabián Alderete, que mientras recorría las diversas comisarias para ver el estado de los presos, fue detenido a fin de limitar la defensa legal de los trabajadores. Muestra de ello es que luego de que Juarez y Bautista fueran a la comisaría, Alderete fue liberado.

Y estas ofensivas van en aumento día a día.

Todos los que estamos por la defensa de los derechos del pueblo, que son precisamente los que ataca y quiere hacer desaparecer el fascismo, debemos implementar una forma de defendernos con eficacia, una forma de lucha democrática que enfrente esta ofensiva fascista y la desarticule, la haga desaparecer.

A pesar de lo mucho que se ha luchado, de lo mucho que se ha hecho, de las grandes movilizaciones, hasta ahora no hemos logrado la libertad de Milagro Sala, ni el juicio y castigo por las muertes de Maldonado y Nahuel, ni una forma efectiva de defenderse de los infiltrados en las manifestaciones y de la represión artificialmente justificada ulterior.

Debemos desarrollar formas democráticas superadoras de las actuales instituciones, verdaderas organizaciones de democracia directa del pueblo, y desde allí debatir y resolver las formas radicalmente democráticas de defenderse con eficacia del creciente fascismo.

No se puede decir anticipadamente cómo hay que defenderse con eficacia, pero sí creo que ése es el camino para encontrar la respuesta.

 Carlos A. Larriera

21.12.2017

Acumulación molecular de la conciencia del pueblo





Acumulación molecular de la conciencia del pueblo



La batalla es por la conciencia. Siempre. Este gobierno está realizando un experimento internacional, al igual que otras veces somos un laboratorio para ensayar nuevas técnicas. En realidad lo que es nuevo no es la técnica de manipulación de las conciencias, sino la dimensión, la sofisticación y el uso de tecnología de avanzada.

Los hechos son inapelables. Por donde se los mire Cambiemos gobierna contra el pueblo. Antes de asumir Macri la presidencia, el engaño era más fácil. Pero hoy, frente a los hechos, se perpetúa en gran medida. Hasta la movilización del 18 de diciembre y la votación de la “reforma” previsional el fifty-fifty no cambiaba perceptiblemente. 

Cuando un pueblo toma conciencia en profundidad de una realidad, actúa. Eso es lo que pasó con la movilización del 18. Pero era sólo la mitad del pueblo. Es necesario que todas las personas, razonablemente sanas de la otra mitad, tomen conciencia antes que la destrucción de la población tome dimensiones descomunales. 

Varias novedades se produjeron, presumiblemente, el 18. La grieta comenzó a disolverse. Por primera vez se le plantearon serias dudas a mucha gente que confiaba en las promesas de Macri. Reducir las jubilaciones, reprimir, desplegar vallas inexpugnables alrededor de todo el Congreso, no tenían ni podían tener una explicación positiva.

Tal vez, por primera vez, se hizo tan evidente el contraste entre los hechos y el discurso oficial y mucha gente empezó a dudar. Cuántos, es imposible saberlo. El macrismo perdió prolijidad en sus mecanismos de engaño, quedó demasiado al descubierto. 

El pueblo necesita tiempo —siempre lo necesitó— para tomar conciencia de los cambios en la realidad, de sus implicancias, de la respuesta que exigen… Pero tarde o temprano lo hace. El problema es que suele suceder bastante tarde. Y la necesidad siempre es que la toma de conciencia se realice con el suficiente tiempo como para poder enfrentar y vencer las políticas que lo perjudican.

Quedó claro que la inmensa mayoría del pueblo está en contra de esta “reforma” previsional, que sabe que va a salir perjudicado y que a pesar de eso, el gobierno la ha llevado adelante contra viento y marea, pasando por arriba de las instituciones democráticas vigentes. ¿Cómo justificar ante el pueblo esa forma de votar una ley? ¿Cómo explicar que se le haya impedido a la población acercarse al Congreso para ejercer su legítima protesta? ¿Cómo explicar la feroz represión, que además se viene repitiendo.

La gran movilización del jueves 18 dejó claro, a través de los hechos, que la inmensa mayoría del pueblo estaba en contra. Entre 300.000 y 500.000 personas movilizadas, pacíficamente pero con entusiasmo, quedarán en la conciencia colectiva como prueba irrefutable del rechazo generalizado. 

¿Si la inmensa mayoría del pueblo estaba en contra, a quién representaban los diputados?

No al pueblo, ciertamente. ¿Y quién existe aparte del pueblo? ¿Qué mandato siguieron los diputados?

También se produjo un primer cuestionamiento de cierta magnitud en relación con la capacidad de estas instituciones democráticas para garantizar los derechos del pueblo. 

La respuesta nocturna de cacerolazos en muchos barrios porteños, del Gran Buenos Aires, y del interior, fue una genialidad de la población. ¿No se puede ir al Congreso, porque reprimen ferozmente? “Caceroleamos” en los barrios. ¿Quién puede decir que eso no es una legítima manifestación democrática? ¿Cómo hacen para repartir eficazmente todas las fuerzas represivas entre todos y cada uno de los cacerolazos? Una de sus implicancias fue que el pueblo ratificó, para que no quedaran dudas, que estaba en contra de la reforma.

Hay siempre una maduración en la conciencia en la población, que podemos llamar molecular, imperceptible a simple vista. Siempre se produce, para un lado o para el otro. Hasta que llega el momento en que esa nueva conciencia emerge y actúa en consecuencia. 

Esa maduración molecular recibió un gran impulso con los hechos del 18. Para qué lado lo hará, cuánto tardará en manifestarse, hasta qué punto el gobierno podrá manipularla y someterla a nuevos engaños, son preguntas que hoy no se pueden responder, pero que tiene que hacerse.

Hubo gente que pensó que ir a la movilización no tenía demasiado sentido porque de todas maneras la votación ya estaba perdida de antemano. Sin embargo, cuanto más masiva fuera la movilización, más quedaba demostrado que la reforma previsional iba en contra de la voluntad popular, más quedaría en la conciencia de la población, más alimentaría favorablemente su acumulación molecular. La lucha sigue, no se ha terminado ni puede terminarse. El deterioro progresivo, cada vez más acelerado del nivel de vida de los jubilados y de toda la población, exigirá cada vez más pelear por la vida, defender la subsistencia, resistir de alguna manera. Y el recuerdo en la conciencia de lo sucedido el 18, será fundamental. 

El gobierno logró que se aprobara la ley con todo tipo de trampas, chantajes, amenazas, etc., e impidió la llegada al Congreso de la movilización del pueblo. Son hechos imborrables, imposibles de desmentir. El gobierno ha quedado en gran medida al descubierto.

Pero la batalla por la conciencia es mucho más difícil y compleja. La capacidad de engaño del gobierno es muy grande, y si la actual metodología engañosa deja de tener sus efectos, inventará otras, tiene todo el poder internacional a su favor. 

La maduración molecular que naturalmente surge de los hechos, se verá constantemente enturbiada por la acción multiforme del gobierno, permanentemente renovada, siempre fabricando nuevos engaños, inventando falsos enemigos, acusando a la protesta popular de los propios pecados del gobierno inventando constantemente actos de violencia con infiltrados y cambiando de esa manera, el eje de los acontecimientos. En lugar de reconocer la movilización masiva, acusar de su violencia inventada al propio pueblo. 

En la conferencia de prensa Macri ha repetido sus promesas esperanzadoras, ejercitando una vez más un cinismo y una hipocresía, una capacidad de decir las mentiras más atroces con una sonrisa cariñosa en el rostro. 

Han planificado muy bien el operativo con los infiltrados que apedrearon a la policía acorazada durante 3 o  4 horas, sin que esta última intentara impedirlo ni ejerciera ninguna represión. El operativo estaba calculado. Habían redoblado la apuesta, ya no era un grupito de encapuchados como sucedió en marchas anteriores. Ahora, aunque también pocos, eran algunos más para dar una mayor impresión de masas, de que era la propia gente la que agredía a la policía. Pero la feroz represión desatada después contra personas que no estaban haciendo ningún disturbio, incluso contra muchos que ni siquiera habían participado de la movilización, no deja lugar a dudas de que todo estaba planificado para instaurar el terror en la población, y desalentar nuevas movilizaciones.

La rúbrica de todo esto son las tapas de Clarín y La Nación. La foto de tapa de Clarín muestra una apreciable cantidad de gente apedreando a los uniformados, quiénes sólo atinan a cubrirse con los escudos, y el titular dice: “Con inusitada violencia trataron de impedir la sanción de la ley jubilatoria”. Un título para la historia. Por lo siniestro, mentiroso, artero. 

Aún suponiendo que los violentos hubieran sido parte del pueblo, —pasando por alto que era indudable que había infiltrados— de cualquier manera eran unos pocos. Una movilización pacífica de cientos y cientos de miles, minimizada, ignorada, ausente, y una puesta en escena totalmente armada de una ínfima minoría apedreando a la policía.

Y el contenido del título es tenebroso: “trataron de impedir la sanción de la ley jubilatoria” “…con inusitada violencia”, o sea que el pueblo todo lo que atinó a hacer fue usar una “inusitada violencia”, y no una gigantesca movilización. Y Clarín remata su titular con las palabras “sanción de la ley jubilatoria”, como si la finalidad de la ley fuera establecer o perfeccionar la jubilación. O sea decir que el pueblo, con violencia inusitada intentó impedir una ley que lo favorecía.

No hay palabras para describir el grado de siniestralidad de este titular. Pero es indudable que influirá en buena parte de la población que lo registrará literalmente. Los titulares de los diarios son importantes porque instalan la interpretación central de los hechos —en el caso de Clarín totalmente invertida y engañosa—, y además porque una buena parte de la población sólo registra la lectura de los titulares. 

El 18 es una fecha histórica, una bisagra que constituye un inicio de acumulación molecular de la conciencia en el seno del pueblo —aunque es imposible precisar la cantidad y calidad en el tiempo— de lo tremendamente destructivo que es este gobierno.

Carlos A. Larriera
21.12.2017







                                                                                       

lunes, 11 de diciembre de 2017

Baja de sueldos y jubilaciones, ajuste fiscal, impuesto a los ricos y plusvalía

Baja de sueldos y jubilaciones, ajuste fiscal, impuesto a los ricos y plusvalía



No tiene el más mínimo sentido decir que la única manera de conseguir un ajuste fiscal, es decir, reducir el déficit al mínimo, o directamente lograr un superávit, sólo se puede realizar bajando los sueldos y jubilaciones.

También se dice que el gasto social abarca una buena parte del presupuesto.

Pero el presupuesto se basa en ingresos y gastos. Si los ingresos son escasos cualquier presupuesto, por mínimo que sea, tiende a ser deficitario.

Ahora bien, los ingresos provienen de los impuestos. Con las inmensas ganancias que tienen las grandes empresas financieras, agropecuarias, comerciales, industriales y exportadoras, mayormente extranjeras radicadas en el país, un mínimo porcentaje sobre esos ingresos significaría que el presupuesto tendría una base financiera muy grande que sería más que suficiente para sostener cómodamente todos los gastos del estado, incluido el gasto social.

Por todo esto, decir que la única manera de reducir el déficit fiscal es bajar los ingresos de asalariados y jubilados es una tomadura de pelo, algo que no tiene el más mínimo fundamento, si se lo presenta como la naturaleza de las cosas, como una ley de la naturaleza, como algo natural e inevitable.

Se puede evitar fácilmente el déficit fiscal cobrándole un poquito más de impuestos a las grandes fortunas. Con pagar sólo un mínimo porcentaje de los 400.000 millones de dólares que tienen en el exterior el Estado tendría ingresos de sobra para cubrir un generoso presupuesto, tanto para infraestructura, educación, construcción de viviendas, etc., como para jubilaciones, AUH y otros gastos sociales.

Ahora bien, existe una explicación científica de esa voracidad del gran capital por absorber ingresos de todos lados. La rebaja de sueldos y jubilaciones aumenta sus ingresos. Y el capital siempre ha implementado medidas de redistribución del ingreso regresivas, para que lo que paga en salarios vuelva en gran medida a su bolsillo, por ejemplo cobrarle más impuesto a los pobres, como es el caso del IVA. Este ingreso va al Estado, y del Estado los empresarios se encargan que vaya a sus bolsillos, vía subsidios de una variada naturaleza, como lo es también bajarle el impuesto a los ricos, por ejemplo el caso de las retenciones.

Todo el dinero genuino que existe es la forma monetaria del valor del trabajo ocupado en la producción, lo que producen los obreros en las fábricas, del tipo que sean, los que fabrican la producción material. Parte se divide en salarios y parte en plusvalía, plusvalor.

Las cosas tienen un valor de cambio,

Al obrero no se le paga todo el valor del trabajo que produce, sino sólo lo necesario para su subsistencia. Esta sería la definición del salario. Aunque en la práctica los empresarios hacen lo posible para pagarles mucho menos, por la sencilla razón de que de esa manera les queda una porción mayor del valor del trabajo producido por los obreros, es decir de la plusvalía. Este valor del trabajo en la producción de bienes materiales es la única producción de valor que existe en la sociedad capitalista. Y el dinero genuino es el representante de este valor. Y la parte del plusvalor de este valor-dinero es repartido entre todos los capitalistas, financieros, comerciales, etc.[i]

La mercancía tiene dos valores: valor de cambio y valor de uso. El primero es el tiempo de trabajo socialmente necesario para fabricar una mercancía.

El segundo es el valor de uso, la utilidad que tienen las cosas: para qué sirven, para qué se usan.

La mercancía tiene esos dos valores, y no tiene nada que ver el uno con el otro. Un producto puede tener una gran utilidad pero ningún valor de cambio, porque no ha llevado trabajo humano producirlo. Como por ejemplo el aire (por ahora al menos).

A la población le interesa el valor de uso. Al capitalismo el valor de cambio; el valor de uso es sólo el medio necesario para apoderarse de ese valor de cambio, porque nadie paga por algo que no le sirve para nada.

La existencia de estos dos valores de la mercancía han sido ocultados a la población en general durante estos tres siglos de capitalismo. Aunque a su comprensión podría accederse desde la escuela primaria, habitualmente no se enseña en las escuelas o colegios.

Sin estos dos conceptos la población está en gran medida incapacitada para comprender cómo funciona el capitalismo. Normalmente se los confunde. Se piensa, por ejemplo, que al capital le interesa el valor de uso de las mercancías de la misma manera que a la población en general. Pero no es así, a la gente del común le interesa el valor de uso, y el valor de uso en el capitalismo es sólo una condición necesaria para obtener el valor de cambio, al capitalismo le interesa el valor de cambio, el valor de uso es un requisito para vender sus mercancías, pero no le interesa en sí mismo.

El trabajo humano produce valor. De todo ese valor producido por los obreros, el capitalismo le reconoce a los mismos lo mínimo posible, el ingreso suficiente para permitir su existencia y reproducción, esa es la definición de salario. Y se apropia de la mayor parte del valor producido por los obreros, la llamada plusvalía o plusvalor. El valor total producido por el trabajo humano funciona en el mercado como valor de cambio. De esa manera el capitalista se apropia de la totalidad del valor producido en su forma dineraria. Y de esa totalidad usa una parte para pagar salarios y la otra se la  queda.
El capitalismo funciona con la finalidad exclusiva de apropiación de plusvalor. No le interesan las utilidades de la producción material más que por su contenido de plusvalor. Su existencia depende de la apropiación de plusvalor. Es un vampiro de plusvalor. Si no se apropia de él deja de funcionar como capitalista.

La masa total de ganancia de los capitalistas es igual a la masa total de plusvalor producido. El capitalista invierte un determinado monto de capital para apropiarse de un porcentaje de él como plusvalor, esa es su tasa de ganancia, de rentabilidad. Invierte 100 y quiere retirar, p. ej., 110.

Hoy el capital concentrado y centralizado internacional, que es el que realmente gobierna el mundo, el verdadero poder mundial, tiene un tamaño de capital descomunal. Para obtener una tasa de ganancia de la inversión de capital necesita cifras siderales de plusvalor, representados en su forma dineraria. Necesita de casi todo o todo el plusvalor producido en el mundo por eso avanza sobre los ingresos de los habitantes de todos los países del mundo, incluyendo el de otros capitalistas con menor poder.

Esta es la explicación científica, la lógica del capital en su etapa de máxima concentración mundial. La necesidad de apropiarse de cantidades siderales de plusvalor.

Como la totalidad del nuevo valor producido se compone de salarios y plusvalor, necesita bajar los salarios para apropiarse de más plusvalor. Y reingresar a sus bolsillos toda la parte de la totalidad el valor producido que se ha consumido como gasto estatal, rebajando de forma indirecta también el salario, la jubilación y el resto del gasto social. Poda gastos allí donde puede, sin importarle si la gente se perjudica en más o en menos, incluso si se muere o no, como en el caso de la reducción de beneficios en el PAMI.
Esta es la explicación científica del funcionamiento actual del capitalismo. No es un capricho de Cambiemos, es una necesidad real. Pero no una necesidad proveniente de una ley natural, sino la necesidad del gran capital concentrado.

Es una locura, una contradicción insalvable, que el capitalismo siga “obstinado” en apropiarse de valor trabajo, valor de cambio, cuando cada vez más en todo el planeta la producción se basa mucho más en el trabajo de máquinas que de humanos. Lo que puede haber tenido de progresivo el capitalismo en los primeros siglos, al aumentar exponencialmente la capacidad productiva en base al progreso tecnológico, hoy se vuelve cada vez más destructivo. Pero el capitalismo se basa en la apropiación de trabajo humano, y toda otra lógica le es ajena.

O sea que hay dos lógicas, la que se refiere al mejoramiento del nivel de vida del conjunto de la población, al llamado, por ejemplo, crecimiento con inclusión social, y la que se refiere a la necesidad del gran capital.

Estas dos lógicas chocan, son incompatibles, gana una o la otra. Para que el capital se apropie de más valor trabajo el pueblo tiene que percibir menos ingresos. La mercancía tiene dos valores, el valor trabajo y el valor de uso. Al pueblo le interesa el valor de uso, la utilidad de las cosas, comer, vestirse, tener una vivienda, gozar de unas vacaciones, educarse, viajar, etc. A los capitalistas no les interesa el valor de uso, más que como medio de apropiarse de valor trabajo, valor de cambio.

Sucede que al comienzo del capitalismo lo usual era la manufactura: fábricas con un 90% de mano de obra y un 10% de maquinaria. O sea que el 90 % del valor de la producción era producción de nuevo valor. Hoy esto se ha invertido, 1% de trabajo humano y 99% de producción en base a la tecnología. Eso hace que sea mínimo el valor que el capitalista puede apropiarse de la propia producción de su fábrica, dado el bajísimo porcentaje que en la producción corresponde a nuevo trabajo humano. Por eso necesita saquear el mundo.

El resultado es condenar a toda la población mundial a un deterioro del nivel de vida descomunal sin que se estabilice en ningún punto, cada vez bajando más y más, se degrada la condición humana, crece la miseria, etc.

Este es el resultado inevitable de la lógica actual del capital. Pero es lógico sólo para el capital. Para el pueblo es lo más ilógico que pueda haber. La población quiere y necesita que haya cada vez más trabajo, que se produzca más, que haya para todos, que se incremente permanentemente el bienestar general.
El capital necesita apropiarse de valor trabajo, el pueblo de valor de uso, de las cosas por su utilidad. Si no rigiera el capitalismo el hecho de que la mayor parte de la producción se realice a máquina, en una revolución tecnológica en aceleración exponencial, sería una bendición para el pueblo. Pero bajo el capitalismo en la actualidad esto se vuelve en contra del bienestar general, aunque igual signifique un beneficio que cada vez se produzca mayor variedad de productos a un costo menor. Eso permitiría un mayor consumo general, lo permite, a condición de que no se rebajen los ingresos de los trabajadores, activos y pasivos (jubilados). Pero la baratura creciente de los productos produce un engaño al pueblo, se cree que es una demostración de que el capitalismo funciona bien en beneficio del pueblo. Pero tiene la contradicción que la baratura se debe al perfeccionamiento de la tecnología, y ésta reduce permanentemente el empleo.

Un régimen, aunque no sea muy democrático, pero que garantice un nivel mínimo de vida a la población tiene por esa razón en cierto sentido algún grado de legitimidad. La tendencia del actual régimen de gobierno, no sólo el local, sino de todos los gobiernos mundiales, es perder todo tipo de legitimidad.
El  gran capital no se detendrá en su saqueo mundial, la perspectiva es el deterioro progresivo, la degradación extrema de la humanidad.

La única forma de evitarlo es la lucha de todo el pueblo, con la clase obrera cumpliendo un rol dirigente por su consecuencia en la lucha, por su fortaleza, por su capacidad de llevar la lucha hasta el fin.

La necesidad objetiva de la situación mundial, no sólo local, es una verdadera revolución democrática, pero los dirigentes sindicales y políticos que defienden los intereses del pueblo y se oponen a la actual política gubernamental, no plantean esta necesidad, no la difunden, no la explican, no promueven su concreción. Todo depende entonces del espontaneísmo del pueblo, que no garantiza por sí sólo el logro de una verdadera revolución democrática.

Carlos A. Larriera
11.12.2017


                                                        



[i] El valor de una mercancía se compone de valor trabajo “viejo” y nuevo. El viejo, trabajo muerto, es el contenido en los insumos, en las materias primas y materiales de construcción utilizados para fabricar el producto. En realidad el valor producido por el trabajo nuevo de los obreros se reparte de distinta manera al constituir el valor total de la mercancía. Por un lado traslada el valor trabajo contenido en los insumos de producción al nuevo producto, como por ejemplo el contenido del valor trabajo de la harina pasa a formar parte del valor del pan,  o el de los ladrillos a un edificio que se está construyendo; además paga su propia fuerza de trabajo y finalmente el resto del valor producido, el plusvalor, es apropiado por el capitalista. El dinero es el representante genuino de todo el valor contenido en la mercancía. Pero el único que produce nuevo valor es el trabajo nuevo. Y sin nuevo valor no habría plusvalía ni por lo tanto ganancia empresaria. Esto es lo que interesa aquí, por eso para facilitar la comprensión de la exposición se omiten estas precisiones en el texto. Esta omisión no cambia el sentido fundamental del artículo.
    

jueves, 26 de octubre de 2017

Los saltos de cantidad en calidad en los análisis políticos1

Los saltos de cantidad en calidad en los análisis políticos (1)




El salto de cantidad en calidad ya se conocía desde Anaxímenes, uno de los grandes filósofos de Mileto, junto con Tales y Anaximandro. (2)

En los análisis económico políticos no se tiene adecuadamente en cuenta ni el salto de cantidad en calidad ni que la existencia es un fuerte determinante de la conciencia. En éste último caso podemos agregar la experiencia junto con la existencia, que se parecen pero no son exactamente lo mismo. Uno puede existir sin experimentar demasiado. Pero las dos son inevitablemente determinantes.
Tomemos el caso de un campesino, el “cabecita negra” que bajó de las provincias para integrarse a la industria en el período de sustitución de importaciones posterior al crac del ’29, junto con los inmigrantes europeos, muchos de ellos socialistas o anarquistas. Esta combinación explosiva para los intereses del capitalismo fue la que intentó controlar con éxito el primer Perón. Pero siguiendo con la reflexión, un campesino con un mes de trabajo en una fábrica todavía es un 99% campesino y un 1% obrero. Su existencia como  campesino le ha formado en gran medida una concepción del mundo que todavía no ha sido cambiada o reemplazada por su nueva existencia como obrero fabril. Y, probablemente, nunca lo sea del todo. Pero al cabo de cinco, diez o veinte años, su existencia habrá cambiado la composición de su conciencia, en, por ejemplo, 50% conciencia campesina y 50% obrera.
Aquí también interviene la noción de salto de cantidad en calidad, simplificando el ejemplo, a medida que su vida de obrero se prolonga en el tiempo, es decir, se acumula una cantidad de tiempo vivida como tal, se va acercando un momento en que se produce un salto de cantidad en calidad y ya se puede considerar que piensa en un 100% como obrero. Hasta ese momento, durante todo ese período, no se podía decir que su conciencia era plenamente campesina ni tampoco plenamente obrera.

Ver a alguien trabajando en una fábrica y pensar que, por lo tanto, piensa como obrero, sin averiguar primero cuánto tiempo lleva en ese trabajo, nos conduce inevitablemente a un error grave de apreciación.

En general siempre se produce una acumulación molecular de experiencia económico política en los pueblos a lo largo de un cierto período de tiempo, más o menos  prolongado según de lo que se trate.

Y esta acumulación generalmente no se percibe, y por lo tanto no se tiene en cuenta. En determinado momento se produce un salto de cantidad en calidad, y repentinamente aparece en la superficie como un fenómeno nuevo. Esto es lo que pasó con el estallido popular del 2001. Si bien había muchos antecedentes que se venían acumulando, tanto de protesta y resistencia como de los padecimientos que las provocaban. Pero el estallido en sí fue en gran medida una sorpresa para la mayoría de la población, para algunos más que para otros, incluso para los propios protagonistas. El detonante final fue el decreto de estado de sitio por De la Rúa el 19 de diciembre. “¿Estado de sitio? ¡Otra vez dictadura no! Todos los que vienen gobernando desde 1983 nos someten a las mismas penurias ¡Qué se vayan todos!”

Hay que tener en cuenta que una gran parte de la población adquiere determinada conciencia en un período particular de la historia, y cuando ese período cambia, y surge algo muy distinto, siguen pensando que gran parte de lo que caracterizaba al anterior período sigue vigente. La “vieja” conciencia sigue predominando a pesar de que las condiciones objetivas han cambiado. Hay una disociación entre ambas.

Esto tiene efectos positivos y negativos. La promesa del gobierno anterior de no reprimir la protesta social se cumplió en gran medida, lo que permitió que, cada una de las movilizaciones se realizara con cierto grado de tranquilidad. El pueblo se acostumbró a movilizarse, podría decirse más que en cualquier otra época de su tradicional capacidad de movilización. A pesar de que este gobierno, al contrario del anterior, hace de la represión la columna vertebral de su gestión, el pueblo ha seguido movilizándose con cierta relativa confianza, interiorizada muy profundamente durante el período anterior, de que no iba a ser reprimido.

Esto es un efecto por un lado muy positivo, porque ha ayudado a mantener un alto grado de movilización frente a las crecientes agresiones a las condiciones de vida de la población por parte de este gobierno, y ha impedido, en gran medida, que tanto su plan represivo como el llamado ajuste —que sería más apropiado denominar saqueo— avanzara con toda la velocidad que quería el poder dominante.

Pero tuvo también varios efectos negativos. Colaboró en alguna medida a que la parte del pueblo ingenua y bien intencionada pero que votó a Cambiemos, tardara en tomar conciencia de la verdadera naturaleza de este gobierno. Claro que esto no fue el único factor que provoca esta demora, hay muchos otros muy determinantes como el manejo de la información y la manipulación de la población por medio del cuasi monopolio de los medios de comunicación y de una utilización extremadamente efectiva de las redes sociales y gran parte del poder judicial.

Esto se refleja, por ejemplo, en el mantenimiento de un alto porcentaje de votos por parte de Cambiemos.  Otro efecto negativo es que el pueblo no ha estado suficientemente prevenido acerca de las características y modalidades de los planes represivos del gobierno, y, por lo tanto, todavía necesita perfeccionar la organización de las movilizaciones para permitir su creciente continuidad mientras se actúa de la manera más efectiva frente a la represión.

Esto no niega que toda la experiencia vivida desde las tres A y la dictadura hasta acá no haya dotado a gran parte de la población de un grado de conciencia mayor que en cualquier otro momento de la historia.

Pero falta un ajuste, en el sentido de adecuar la conciencia a la realidad objetiva que se está viviendo, y a la perspectiva de que empeore en profundidad si el gobierno logra cumplir sus planes.

Es un fenómeno muy común, que se repite constantemente, tanto a nivel social como a nivel grupal o individual, de que la conciencia generada por la existencia y experiencia anterior continúa vigente aunque la realidad objetiva haya cambiado. Tener plena conciencia de esto ayudará a todos a adecuarnos en el tiempo suficiente frente a los cambios de situación política, económica y social.

El movimiento molecular puede producirse en un grado significativo o no, pero puede tomar distintas direcciones, porque el poder dominante interviene de múltiples maneras para manipular las conciencias, dando una interpretación falsa de los hechos, orientando al pueblo hacia enemigos ficticios, como hicieron el nazismo y el fascismo.

La existencia y la experiencia determinan, en gran medida, a la conciencia, pero hoy este proceso se ha complicado mucho, porque la mitad de la población vive en las redes sociales, su realidad es la realidad virtual, y la verdadera realidad de los hechos no la tiene en cuenta.  (3)

A pesar de esto la realidad material es más fuerte y termina determinando en gran medida la conciencia. El problema en política es siempre que la toma de conciencia se realice con el suficiente tiempo como para enfrentar y vencer la ofensiva del gran capital. Por eso la batalla ideológica debe contrarrestar el discurso público del gobierno, más su influencia en la realidad virtual, más la manipulación del poder a la interpretación de los hechos reales.

¿Cuánto tiempo deberá transcurrir, cuánta experiencia habrá que acumular, para que la parte sana de los votantes de Cambiemos tome nota de la verdadera naturaleza de este gobierno?

¿Hacia dónde se orienta la acumulación molecular en el seno del pueblo? ¿Se producirá un salto de cantidad en calidad de esa acumulación? ¿Y si así fuera cuándo?

La elevación de la conciencia que tiende a surgir naturalmente de la experiencia de los pueblos no es suficiente. Es necesario que se complemente esa experiencia con conocimientos adecuados de cómo funciona la sociedad, tanto de este país, como del conjunto del mundo. Y para eso se necesita el aporte de verdaderos intelectuales que sean fieles a la causa del pueblo. La combinación de ambos y la batalla ideológica consiguiente es imprescindible.

Es necesario ganar esta feroz lucha ideológica contra las manipulaciones de las mentes por parte de los agentes del poder económico dominante, en primer lugar de este gobierno.

Sólo la combinación de la experiencia que tiende a surgir naturalmente de los hechos con una explicación de los verdaderos intelectuales acerca de los intereses materiales del poder económico dominante que defiende este gobierno, y de la actitud de todos los partidos políticos, periodistas, comunicadores, etc. que de alguna manera colaboran con él, puede lograr que el conjunto de la población tome verdaderas conciencia de la situación que vivimos, y su dinámica a futuro.

Carlos A. Larriera

26.10.2017

   (1)  Este artículo ya estaba escrito antes de saberse el resultado electoral. Habría que esperar un tiempo para hacer un balance serio de manera de agregar conceptos, pero el contenido fundamental del artículo no cambia, y parece conveniente publicarlo sin modificaciones aclarando cuando fue escrito.

 (2) “…y la introducción de un criterio cuantitativo para explicar diferencias cualitativas no solo perfeccionó los sistemas monistas milesios, sino que fue muy fructífero para el pensamiento griego posterior y también para el europeo. Estamos aún en los inicios, en el primer alborear de la explicación racional, y aquí no hay que plantearse el que Anaxímenes no le haya dado ninguna explicación matemática a su nuevo principio.
Este avance hay que atribuirlo, con justicia, a los pitagóricos, Pero, mediante la afirmación del principio, se había dado el primer paso esencial por un camino que aún se sigue. Que todos los fenómenos físicos —color,
sonido o cualquier otro— puedan expresarse en forma de ecuaciones matemáticas —en otras palabras, que todas las diferencias de cualidad puedan reducirse a diferencias de cantidad y que, solo cuando se reducen de este modo, puedan ser consideradas descritas de un modo científico es un supuesto sobre el que se basa toda la ciencia física moderna.
Al explicar todas las diferencias cualitativas de materia por grados diferentes…” (A.B. Guthrie, Historia de la
filosofía antigua, Tomo I, pág. 125 de la versión en PDF)

 (3) Ver el artículo Microfascismos y realidad virtual, en Rebelión y en wwwnudosgordianos.blogspot.com.