viernes, 28 de octubre de 2016

No es cierto que hay solamente dos maneras de financiar el déficit fiscal

No es cierto que hay solamente dos maneras de financiar el déficit fiscal




Los políticos macristas están aleccionados para repetir en todo momento que existen sólo dos maneras de financiar el déficit fiscal: emitir deuda pública o emitir moneda. Este es un discurso típico del llamado neoliberalismo, o la economía “ortodoxa”, que no son más que voceros del capital en general, y del capital concentrado internacional en particular.

Resulta notorio el machacar constante en los medios de comunicación con este “concepto”.

Por asombroso que parezca, se olvidan de la forma genuina de financiar el déficit fiscal. Sería un buen ejercicio preguntarle a la población en general, y a los representantes políticos y económicos en particular, acerca de cuál es esa tercera forma genuina. Averiguar hasta qué punto lo ignoran realmente, o por lo menos no lo tienen presente, sería importante para evaluar la situación política general. Si nos encontráramos con que la mayoría de la población afirma no conocer esa tercera forma genuina esto tendría implicancias políticas negativas.

Que el macrismo lo afirme permanentemente es comprensible, hace cosas equivalentes en todos los rubros de la economía, intentando engañar al pueblo, y en gran medida lo logra.

La forma genuina es aumentar los impuestos. El déficit o superávit fiscal es la fórmula recaudación impositiva / gasto público. Si el gasto público que se realiza es imprescindible, la única forma de evitar el déficit fiscal es aumentar los impuestos. Es tan simple que es llamativa su negación. Y más llamativo aún la falta de reacción en la población frente a una mentira semejante, y el poco comentario por parte de la izquierda y el progresismo. El desenmascaramiento de esta mentira macrista debería ser objeto de una campaña política permanente. Una campaña tan vasta e insistente que lograra que no existiera ningún ciudadano que no conociera la falsedad de no incluir el aumento de impuestos como forma de evitar el déficit fiscal. Lo que más se ve o se escucha sobre esto es algún comentario al pasar, o uno que otro artículo económico en los medios progresistas o de izquierda. Pero sin hacer eje en el tema, sin realizar una verdadera campaña de denuncia sobre la falsedad de este discurso “neoliberal”.

El tema es que eliminar el déficit fiscal aumentando impuestos está contenido en la propia definición. Si se sabe lo que es el déficit fiscal no se puede no saber que hay dos soluciones genuinas: bajar el gasto público o subir la recaudación impositiva. Si el gasto público fuera injustificado se lo debería bajar. En el caso de que sea necesario, incluso imprescindible para el bienestar de la población no se debería bajarlo, incluso podría ser necesario aumentarlo, como lo es en la práctica. En este último caso habría que aumentar la recaudación impositiva.

Los impuestos no pueden ni deben ser incrementados a la franja más pobre de la población. Pueden aumentarse al sector de la clase media que tiene una buena capacidad de ahorro. Pero fundamentalmente deben aumentarse a los ricos, a las grandes empresas agropecuarias, industriales, comerciales bancarias y financieras no bancarias.

Existen 400.000 millones de dólares de argentinos en el exterior, la mayor parte perteneciente a grandes empresas o grandes empresarios individuales. Se ha dicho insistentemente que una reserva del Banco Central de 40.000 millones de dólares sería suficiente para que el país no tuviera problemas de restricción externa. Esos 40.000 millones serían la décima parte de lo que existe en el exterior propiedad de argentinos ricos. Si se cobrara el 10% de los 400.000 millones de dólares que están en el exterior se solucionaría el problema de la restricción externa y del déficit fiscal. No cambiaría nada, los ricos seguirían siendo ricos. Por otro lado, si se le aumentaran los impuestos a la clase media con capacidad de ahorro, su nivel de vida se vería afectado en mayor o menor medida.

Pero ni siquiera sería necesario repatriar el 10% de los dólares que están en el exterior, no resulta aventurado afirmar que si se redujera en muy pequeña medida la evasión impositiva de las grandes empresas, tanto de la “ciudad” como las agropecuarias, se lograría un cómodo superávit fiscal.

La conclusión es que no existe un verdadero déficit fiscal. Sería verdadero si no hubiera posibilidad de recaudar lo suficiente para pagar el gasto público necesario e imprescindible para la vida de la población. Si es suficiente con retornar el 10% de los 400.000 millones de dólares de argentinos en el exterior o eliminar un mínimo de la evasión impositiva de las grandes empresas, no se puede hablar de verdadero déficit fiscal. Hacerlo significa aceptar como algo natural e inmodificable la evasión impositiva y la fuga de divisas. Significa aceptar todas las exigencias del capital concentrado internacional, con lo que, obviamente la forma genuina, aumentar los impuestos, estaría omitida y ninguneada.[1]

Siempre mantiene actualidad la frase pronunciada por el actor Kevin Spacey en la película Los sospechosos de siempre, de Bryan Singer: “El mejor truco del diablo es hacerle creer al mundo que no existe”. Sólo hace falta reemplazar la palabra “diablo” por “capital concentrado”.

En definitiva, los ricos son intocables, evaden impuestos y fugan divisas con total impunidad. Lo grave es que esto está naturalizado, hasta tal punto de que ni siquiera se considera la posibilidad de aumentar la recaudación sobre los ricos. Obviamente, si se permite que ellos dominen a su libre voluntad, no hay política económica que sea sustentable.

Carlos A. Larriera

28.10.2016


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[1] Existen sólo dos maneras de financiar el déficit fiscal: emitir deuda pública o emitir moneda”, Ramiro Castiñeira, El Cronista, 21.3.2013, http://www.cronista.com/opinion/El-deficit-fiscal-termina-en-deuda-o-inflacion-20130321-0026.html

jueves, 27 de octubre de 2016

La izquierda actual y el contraste entre kirchnerismo y macrismo

La izquierda actual y el contraste entre kirchnerismo y macrismo

ocuopacion vs. desocupacion

Algo imperdonable en la izquierda actual es ignorar que la gestión del anterior gobierno —por más burgués que éste fuera— que contrastada con la del gobierno actual, proporciona a las masas una experiencia concreta que les permite en gran medida entender buena parte de la situación económica y política que estamos viviendo en la Argentina, y por extensión en el planeta. Las limitaciones burguesas del kirchnerismo no cambian el fondo de la cuestión. El hecho de que su proyecto no sea sustentable en el tiempo dentro de la democracia burguesa, menos aún con el grado de concentración económica que atraviesa el mundo, no impide que una enorme cantidad de temas fundamentales para la elevación de la conciencia económica y política de la población hayan sido instalados por el gobierno kirchnerista. Lenin diferenciaba muy bien a los distintos sectores de la burguesía. El marxismo así lo exige. No se puede ser marxista y revolucionario si no se diferencian estos sectores. Incluso proponía la unidad de acción —coyuntural y episódica— con la pequeña burguesía verdaderamente democrático revolucionaria en el período de la revolución democrática, alianza sin la cual el éxito de esa revolución no era posible. Por supuesto que manteniendo la independencia política y organizativa del partido, sin fundirse con las organizaciones de los demócratas revolucionarios.

El kirchnerismo no es revolucionario, y así lo ha afirmado claramente en numerosas oportunidades. Su contradicción principal radica justamente en que pretende reformas que no pueden lograrse de manera más o menos sustentable sin una revolución verdaderamente democrática. Pero ahí reside asimismo su mérito: incorpora a gran parte de la población un conjunto de reformas imprescindibles, logra que muchos vean que “otro mundo es posible”¸ pero lucha por ese otro mundo respetando a rajatabla las limitaciones de la democracia burguesa. La tendencia que surge inevitablemente es que gran parte de ese pueblo tienda a superar espontáneamente estas limitaciones, a medida que la imposibilidad práctica de llevar adelante el objetivo de “crecimiento con inclusión social” se torna más evidente. La contradicción entre la política económico-democrática-social del anterior gobierno con las limitaciones de la democracia burguesa, y el contraste con las políticas del actual gobierno macrista, tiende a desarrollar la conciencia económica y política de la población. Impulsa a esa parte del pueblo —en mayor o menor medida— hacia la revolución democrática. Hasta qué punto esta tendencia se radicalizará y se volverá masiva es apresurado aventurarlo. Pero esta tendencia existe, inevitablemente. Ayudar con la propaganda (explicación), la agitación y la acción a que esta tendencia se radicalice efectivamente, es obligación ineludible de una organización política verdaderamente marxista. En esta coyuntura es necesario luchar para concretar una asamblea constituyente verdaderamente democrática de todo el pueblo.

Carlos A. Larriera

27-10-2016

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