miércoles, 28 de septiembre de 2016

La necesidad de inventar un enemigo

La necesidad de inventar un enemigo



Muchos gobiernos intentan inventar un enemigo, con la finalidad no explicitada de “justificar” la represión interna —a su propio pueblo— y la invasión y destrucción de otros países.

La demolición de las torres gemelas es uno de los máximos ejemplos de esta política, dado que probablemente fue un autoatentado. Al quedarse sin el supuesto comunismo soviético como discutible principal enemigo, EEUU necesitaba inventar otro, que finalmente fue “el terrorismo internacional”.
Al alegar la existencia de este enemigo, el estado norteamericano buscaba, por  un lado, “legitimar” las agresiones militares a otros países, como en el caso de Irak, invasiones que sólo tenían en realidad un objetivo económico, el saqueo para aumentar la masa y la tasa de ganancia de los grandes conglomerados empresarios, y ocupar territorios con la finalidad de posicionarse mejor para una futura agresión hacia China y Rusia. Y, por el otro, poder reprimir internamente sin afectar —en apariencia— los derechos democráticos fundamentales, lo que tiene un cierto parecido con una situación de guerra, en la que el Estado toma medidas dictatoriales con la excusa del conflicto bélico.

Esta política se viene repitiendo continuamente desde la caída de la URSS, pero no es una novedad. Es ampliamente conocido el caso de Pearl Harbor, en el que todo indica que EEUU permitió el ataque a esa base naval y militar en Hawaii, de manera de encontrar una “justificación” para entrar en la Segunda Guerra Mundial.

La probabilidad de que EE.UU. haya tomado la decisión de realizar un autoatentado en las Torres Gemelas se comprende mejor si se compara la dimensión del genocidio y destrucción de Medio Oriente —Irak, Siria—, etc., con el horror de la matanza de 3.000 personas (y 6.000 heridos) el 11-S de 2001 en Nueva York. ¿Qué escrúpulos pueden tener para matar 3.000 quienes están matando cientos de miles en el exterior? Si tenían ese plan genocida, el autoatentado de las Torres Gemelas tiene completa lógica: lo necesitaban para llevarlo adelante. Un artículo de Tom Engelhardt[1], si bien por un lado cree que fue un atentado, por el otro proporciona un informe muy detallado del grado de destrucción que ha producido EEUU en Medio Oriente, la infinidad de bombas de varios tipos que han arrojado, etc. Leyendo ese informe, al ver la dimensión del genocidio, no puede haber duda de que EEUU tenía planificado hacer lo que ha hecho y sigue haciendo en Medio Oriente antes de las Torres Gemelas, y que solamente lo pudo llevar a cabo utilizando como excusa —muy convincente por el tamaño de la tragedia— a esa masacre.

De todos estos autoatentados y similares hay multitud de pruebas producto de distintas investigaciones de personas que se animaron a hacerlo. También está permanentemente desmentido por el poder dominante su carácter de “autoatentados” o equivalentes. Pero lo que es evidente es la lógica de éstos. Está fuera de discusión que EEUU necesitaba crear un nuevo enemigo y eligió el terrorismo. Refuerza esta interpretación recordar personajes como Bin Laden, el ex-jefe de la organización terrorista Al Qaeda, que era el mismo que trabajaba para la CIA en Afganistán. ¿Quién puede decir fehacientemente que Bin Laden no siguió trabajando para la CIA en Al Qaeda, mientras fue su jefe?

Parece evidente que todos o la mayoría de los movimientos terroristas en el mundo, son creados por servicios de inteligencia en especial de EEUU e Israel[2]. Si los crean de la nada o se infiltran en algunos que ya existen no cambia el fondo de la cuestión. En el caso del terrorismo “musulmán” se puede suponer que utilizan, manipulan a muchos integrantes de estas organizaciones para llevarlos a cometer los atentados.

Pero los ejemplos de invención de un enemigo son innumerables y se pierden en el fondo de la historia, antigua, media y contemporánea. En el capitalismo existen desde que éste alcanzó cierto grado de desarrollo.

La razón de esta creación de autoatentados es la necesidad del capital concentrado de los países con más desarrollo capitalista de aplicar su política de saqueo y genocidio en todo el mundo ocultando su verdadero sentido, persiguiendo opositores y creando miedo en toda la población para poder controlarla.
Como en el caso del actual gobierno argentino, no pueden decir cuál es su verdadero objetivo, y necesitan culpar a un tercero.

El caso del nazismo contra  los judíos y otros es característico. Pero no se trata de una oposición absoluta entre nazismo y democracia burguesa (en cualquiera de sus grados de profundización parcialmente democrática). Todos estos estados y gobiernos representan la dictadura del capital y en la actualidad principalmente del capital concentrado, y no pueden evitar disciplinarse en mayor o menor medida a los términos de su política.

El caso de la guerra es también paradigmático. Los distintos gobiernos capitalistas han utilizado las guerras para fomentar el nacionalismo reaccionario, frenar y desviar la lucha de clases, y reprimir a los que persisten en distintas protestas bajo la acusación de traición a la patria. Nosotros tuvimos un ejemplo menor con la Guerra de las Malvinas.

El gobierno de Cambiemos también necesita crear un enemigo que asuste a la población y le “permita” la represión a todo opositor. En el Diario Registrado del pasado domingo 11 de septiembre  se relata:

“El secretario de Seguridad de la Nación, Eugenio Burzaco, sostuvo que "un trabajo profundo" de las fuerzas de seguridad habían permitido detectar "argentinos que se han formado" en el grupo terrorista Estado Islámico, pero luego lo negó y aseguró que se había referido simplemente a "una línea de investigación".” 

El gobierno macrista está continuamente probando formas de reprimir y de crear un enemigo para justificarla. Ésta es una más.

Es la misma necesidad en los principales países capitalistas de todo el mundo, llevar adelante su política de saqueo sin que el pueblo tome conciencia de lo que se trata realmente, reemplazando la responsabilidad del capital concentrado y su gobierno por la del enemigo que hayan logrado instalar.

En nuestro país es fácil de comprender. ¿Cómo hace este gobierno para impedir las crecientes protestas del pueblo sin reprimirlo? ¿Y cómo lo reprime sin que se produzca una reacción mayor en toda la población? Se puede citar el ejemplo de la revolución iraní de 1979, que mientras más ametrallaban a las manifestaciones contra el Sha, más crecían y se multiplicaban.

Inventar una guerra, un enemigo terrorista, o enemigos más o menos semejantes es un recurso para cambiar la conciencia de la población y frenar su creciente rebelión. 

América Latina es el continente más pacífico en cuanto a la guerra entre naciones. En nuestro país la necesidad que tienen de inventar un enemigo es todavía mayor que en otros países porque aquí no hay conflictos étnicos graves, ni religiosos, ni con países limítrofes, etc., y por lo tanto no se pueden incentivar este tipo de enfrentamientos y utilizarlos como excusa para crear una dictadura más o menos camuflada bajo la apariencia de “democracia”, ni para justificar la represión interna, como pasa hoy en EEUU y Europa. Hay que inventar algo. Y como todavía no se ha inventado un enemigo terrorista para el país, hablar de supuestos “argentinos formados en el Estado Islámico” es uno de los intentos para lograrlo. Qué grado de desarrollo tendrá esta línea de engaño no se puede saber. Pero si acusan a algún ciudadano argentino de ser, de alguna manera, miembro del ISIS, ¿cómo pueden tener certeza el resto de los ciudadanos de si esto es verdadero o falso?

No se puede descartar que, en algún momento, el capital concentrado internacional llegue al extremo de instrumentar atentados como los de la Embajada de Israel o la AMIA.

No es cuestión de anticiparse previendo hechos que tal vez no sucedan, pero es necesario estar prevenido, porque algo tienen que inventar. En nuestro país también necesitan fabricar un enemigo, porque es un gobierno que responde a los intereses del capital concentrado internacional, cuya política, aquí y en todo el planeta, tiene la misma necesidad de saqueo, y en muchos casos utilizan el autoatentado para “justificarla”.

Es necesario que la población esté prevenida, que desarrolle anticuerpos contra estos operativos, impidiendo que puedan someternos, manipularnos y reprimirnos.


Carlos A. Larriera

28.9.2016Principio del formulario
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[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216768, 16-09-2016, Una visión retrospectiva del 11-S: quince años de guerra aérea de Washington, ¡Bombas lanzadas!, Tom Engelhardt.

[2] Ver en el artículo Elementos fascistas en el macrismo, de Carlos A. Larriera, Rebelión, las llamadas 19 y 20 en que figuran los links relacionados con el tema.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216697, 14-09-2016, El 11-S y los nueve objetivos de la ocupación de Afganistán, Nazanín Armanian.

http://tiempoar.com.ar/articulo/view/60051/las-diversas-hipa-tesis-que-se-apoyan-en-el-autoatentado, Domingo 11 de Septiembre de 2016, Edición 2082, Torres Gemelas, 11S, 15 años, Las diversas hipótesis que se apoyan en el autoatentado.

http://tiempoar.com.ar/articulo/view/60050/para-controlarte-mejor-por-telma-luzzani, Sábado 10 de Septiembre de 2016, Para controlarte mejor, por Telma Luzzani.


lunes, 5 de septiembre de 2016

El plan de saqueo (que no es “ajuste”) no va a cambiar

El plan de saqueo (que no es “ajuste”)[1] no va a cambiar



Muchos opinan que este gobierno debe corregir “errores”, como, por ejemplo, el tarifazo. Piensan que deben hacerse modificaciones en el plan económico para que “cierre”, para que promueva el bienestar de la población. Es ingenuidad, ignorancia o complicidad, porque aunque el gobierno se vea obligado a cambiar algunas medidas por razones tácticas, su plan económico general es éste, y no puede cambiarlo. No lo puede hacer porque no es el programa de Macri o del macrismo, es el programa del capital concentrado internacional. [2]

Si la protesta social termina por apartar del gobierno a los macristas, el capital concentrado se encargará de reemplazarlo por otros, en este caso hoy la posibilidad mayor está en Massa y el Frente Renovador. Lo que es seguro es que el capital concentrado no renunciará a gobernar directamente, ni va a permitir que el kirchnerismo gane las elecciones del 2019. Para impedir esto recurrirá al fraude mediante el voto electrónico o cualquier otro recurso, pero mantendrá un gobierno fiel a sus intereses.

Es necesario pues tener esto claro y descartar las opiniones de todos aquellos que consideran “errores” las políticas actuales del gobierno.

Si este es el único plan que tiene el capital concentrado, ¿Cómo va a lograr que la protesta social crecientemente masiva no imponga sus reclamos? Aumentando la represión, atemorizando cada vez a mayor cantidad de movilizados, logrando sumir en la impotencia y la resignación a la mayoría del pueblo. Y para esta tarea el accionar de las fuerzas de choque de tipo nazi o fascista, es fundamental.[3] El capital concentrado no puede imponer su plan sin lograr el aplastamiento de la resistencia popular. Esta es la estrategia que tiene para garantizar su proyecto económico. Si no lo logra no podrá imponerlo.

Para esta tarea el gobierno necesita desesperadamente fabricar un enemigo a quien responsabilizar de todas las consecuencias antipopulares de su política económica. Primero fue la pesada herencia, ahora impulsan la idea de que el kirchnerismo quiere desestabilizar al gobierno, e incluso que está preparando un golpe de estado.

Relacionado con este fin el gobierno está impulsando un centro de detención para personas migrantes.[4] Responsabilizar a los que vienen del extranjero a trabajar al país, culpándolos entre otras cosas de la desocupación es algo que también se está haciendo desde hace tiempo en Europa.

Desde el punto de vista táctico el gobierno no evaluó adecuadamente la dimensión de la movilización y protesta popular que provocaría la aplicación de sus medidas económicas. Era evidente, para cualquiera, que un tarifazo absolutamente impagable obligaría necesariamente a la gente a movilizarse en contra.

A pesar de que era previsible que el tarifazo despertaría inevitablemente la protesta generalizada el gobierno lo realizó igual. De cualquier manera el tarifazo es una necesidad objetiva del capital concentrado y cualquiera sea la táctica a emplear de ahora en adelante, tratarán de imponerlo.

También es importante que toda la población tome plena conciencia de la relación entre la devaluación y  la apertura de las importaciones con la inflación y la desocupación.

Ahora ¿por qué el único plan económico que puede tener el capital concentrado implica someter a la pobreza, la indigencia y la desocupación a la mayoría de la población? ¿Qué es un plan económico? La conciencia general piensa que este plan (y todos los planes económicos) tiene, como objetivo central mejorar el bienestar de la población. Esto se relaciona con que, en general, se piensa lo mismo de los gobiernos. Por eso mucha gente le recomienda al  gobierno que cambie algunas medidas, que cambie el rumbo, etc.; cuando esto lo hacen políticos y muchos periodistas generalmente saben que mienten pero su objetivo es mantener engañado y en la ignorancia al pueblo sobre la verdadera finalidad del plan económico.

En los medios de comunicación progresistas se ha repetido permanentemente que es un gobierno para los ricos, o que gobiernan los ricos para los ricos. Pero una gran parte de la población no tiene conciencia de esto, y en particular una gran parte de los que votaron a Cambiemos. Todos los gobiernos en lo fundamental gobiernan para los intereses del capitalismo y no para los intereses del pueblo, que son opuestos. Algunos gobiernos son directamente cómplices, otros no, pero ceden permanentemente a las instrucciones del capital, y los que tienen mejores intenciones, como los populistas progresistas, al estilo del último gobierno, pueden hacer muchas reformas a favor del pueblo, pero no pueden impedir que el funcionamiento general del país responda a las necesidades del capital concentrado. Todo esto significa que lo habitual consista en que los planes económicos no se hacen para beneficiar al pueblo sino al capital.

El verdadero fin de este plan económico es aumentar la tasa de ganancia de los conglomerados[5] empresarios internacionales, el capital concentrado, sin importarle las consecuencias sociales que produzca, siempre que pueda controlarlas o aplastarlas. Tradicionalmente el capital piensa en su ganancia y le deja a los respectivos gobiernos que se encarguen de la situación social. Esto no es opinión antojadiza, es la economía ortodoxa que se enseña en forma exclusiva en la mayoría de las universidades del mundo en la carrera de economía. Un ejemplo clásico es la desocupación. Son las empresas las que despiden gente. Cuando los despidos son en gran escala la consecuencia es la desocupación. Pero las empresas no toman la desocupación como un problema de ellas —a pesar que la han generado— sino del gobierno. Hoy están los empresarios o sus representantes gobernando directamente y como consecuencia la política gubernamental tiene como objetivo exclusivo aumentar las ganancias empresarias, con el mismo criterio que la empresa individual. La única “función social” de las empresas es preocuparse por sus ganancias. El resto es tarea de los gobiernos. Lo que se omite aquí es que la economía está en manos de las empresas y no de los gobiernos. ¿Cómo van a tener la totalidad de la responsabilidad los gobiernos si toda la economía está en manos privadas, de empresarios?

El Estado es una maquinaria de dominación de la clase capitalista sobre el conjunto de los trabajadores y el pueblo en general. Algún gobierno puede tener intenciones favorables al pueblo y realizar reformas con ese objetivo, como en alguna medida lo hizo el kirchnerismo, pero no pueden modificar el aparato de dominación burguesa en cuanto tal.

La razón fundamental por la cual el capital concentrado no puede cambiar lo esencial de su plan económico es que en el mundo existe una gran baja de la tasa de ganancia, a lo que se agrega como consecuencia, una crisis de superproducción[6]. El gran capital necesita ganar lo más posible en los países periféricos —aunque esto signifique tasas de ganancia descomunales en esos países— para elevar la tasa de ganancia general de sus conglomerados internacionales aunque sea en pequeña proporción.[7] Y también la crisis de superproducción los lleva a tratar de vender en la periferia, por eso se abren las importaciones, se importan muchos productos de los cuales existe producción propia en el país. Al capital concentrado no le conviene la existencia de PyMES que compitan con sus ventas en el mercado local. El tamaño de los conglomerados es tan grande —algunos son dueños o tienen el control de 2.000, 3.000 empresas o más— que no tienen otra alternativa que el saqueo si quieren sobrevivir como conglomerados empresarios, como capital concentrado. Como personas tienen riqueza acumulada[8].

O sea que el capital concentrado no tiene ni puede tener una política progresista buscando un mejor bienestar general, aquellos que le piden corregir los “errores” están pidiendo un imposible.

Una victoria definitiva contra el capital concentrado no se puede lograr sin revolución social. Es necesario que todas las luchas tengan claro que es al plan del capital concentrado  internacional, representado por el gobierno, al que tienen que enfrentar.

La lucha del pueblo puede frenar por un tiempo esta ofensiva, pero es necesario que surjan dirigentes capaces de elaborar la orientación general, porque las limitaciones de los dirigentes kirchneristas y de las conducciones sindicales más o menos combativas es muy grande, insuficiente para contrarrestar todo el poder estatal dominado por el capital concentrado internacional.

El componente espontáneo de todas las movilizaciones que se dan a lo largo y ancho del país es predominante. No es verdad que las movilizaciones son generadas por el kirchnerismo para desestabilizar. En general las fuerzas sociales progresistas y de izquierda participan, pero las protestas y movilizaciones son principalmente espontáneas. El gran capital intentará quebrar estas protestas, someterlas a la impotencia. Tiene una experiencia histórica acumulada que el pueblo no tiene en la misma medida. Y tiene dinero, tiene el aparato represivo y apaña —a las que genera más o menos clandestinamente— a las fuerzas de choque. En los últimos tiempos en todo el mundo se ha agudizado algo que siempre hizo la burguesía: utilizar los medios de comunicación para engañar a la población y manejarla para el lado que le conviene, que en este momento es inducir el enfrentamiento de una parte del pueblo con la otra.

El capital siempre tendrá múltiples maneras de instalar en la población una interpretación de los hechos que favorezca a sus intereses. En toda Europa la crisis desatada por el capital está siendo vendida como responsabilidad de los inmigrantes, del terrorismo[9], etc., y gran parte de la población europea cree en esa versión y actúa en consecuencia.

Además el capital cuenta con los servicios de inteligencia, que preparan permanentemente operativos inventando enemigos, con la complicidad de gran parte del poder judicial. Los medios de comunicación dan a conocer una acusación contra alguien de la oposición, sin ningún fundamento y los fiscales y jueces inmediatamente inician procesos judiciales contra los denunciados.

Una gran parte de la población cree que Clarín y sus radios y canales de televisión, y el diario La Nación, son “la información periodística” objetiva de los hechos. Si estos medios lo dicen, es verdad. Esa parte del pueblo no ve la realidad, sino una ficción.

La ofensiva del capital concentrado internacional es a nivel mundial; en América Latina contra todos los gobiernos progresistas populistas, el golpe “parlamentario” contra Dilma Rouseff lo certifica. Es incluso probable que en EE.UU., por sus características, la persecución a Hilary Clinton, que es representante política de este capital concentrado, revela hasta dónde llega su ofensiva. Por las mismas razones se ha desarrollado la destrucción del estado de bienestar en toda Europa, con Grecia como ejemplos más notorio.
El pueblo argentino ha demostrado y sigue demostrando capacidad de lucha, movilización y resistencia. Que surjan grandes dirigentes y no se dejen engañar por el poder dominante es fundamental. La tarea del proletariado y de todos los trabajadores debe tener como objetivo estratégico impulsar una revolución democrática de todo el pueblo, que desarme todo este aparato estatal represivo, mediático, parlamentario, y judicial, logrando una verdadera democracia de todo el pueblo.

Carlos A. Larriera
 28.8.2016




[1] Ajuste significa ajustar algo que está desajustado y por lo tanto no funciona bien. Los que están en contra de la política macrista usan la palabra en el sentido de que es perjudicial contra el pueblo. El término está generalizado, pero no se debería usar, porque en los hechos también contribuye a que el pueblo crea que hay algo que está desajustado.
[2] El pueblo argentino no conoce lo que es Macri, Carlos A. Larriera, Rebelión. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=205320, 05-11-2015
[3] Pogroms, patotas y otras variantes de fuerzas de choque fascistas o proto-fascistas, Carlos A. Larriera, Rebelión. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=141196.
26-08-2016, Elementos fascistas en el macrismo, Carlos A. Larriera. Rebelión. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215972

[4] 28 agosto, 2016, No a la creación de centros de detención de personas migrantes en Argentina, http://kaosenlared.net/argentina-no-a-la-creacion-de-centros-de-detencion-de-personas-migrantes-en-argentina/
[5] Unos pocos cientos de corporaciones, que a la vez extienden su control sobre otros miles de empresas gracias a participaciones en su capital accionario, dominan la producción mundial.” Capitalismo siglo XXI: un mundo menos plano que nunca, Esteban Mercatante, Ideas de Izquierda n° 14, pág. 27. http://www.laizquierdadiario.com/ideasdeizquierda/wp-content/uploads/2014/10/27_29_Mercatante.pdf
También ver Peter Nolan y Jin Zhang, “Global competition after the financial crisis”, New Left Review 64, julio-agosto 2010. Y 12. Stefania Vitali et. al., “The Network of Global Corporate Control”, PLoS ONE, Volume 6, Issue 10, Zurich, octubre 2011, citados por Mercatante en ob. Cit.
[6] La competencia intecapitalista lleva a la elevación de la productividad y a la concentración económica, lo que eleva cada vez más la cantidad de mercancías que se ofrecen en el mercado, pero al mismo tiempo el capital contrata menos mano de obra —en proporción al total del capital invertido— a medida que maquiniza la producción, y el consumo solvente disminuye produciéndose un excedente de producción, que no es excedente en relación a las necesidades humanas, sino en relación a la capacidad de compra de la población.
[7] La tasa de ganancia es el total del plusvalor dividido por el total del capital invertido, y como este es enorme en un conglomerado internacional, el plusvalor extraído de los países periféricos generalmente eleva en pequeña proporción de la tasa de ganancia del conglomerado a nivel mundial.
[8] 146 accionistas controlan el 40% del valor total de las empresas, Quién controla el mundo: las 10 empresas que participan en más de 40.000, Narciso Pizarro, El Salmón Contracorriente, 02-04-2016.
               
[9] El principal terrorismo es el impulsado por EEUU para justificar su política de saqueo a nivel mundial. Ver en el artículo Elementos fascistas en el macrismo, de Carlos A. Larriera, Rebelión, las llamadas 19 y 20 en que figuran los links relacionados con el tema.