miércoles, 27 de enero de 2016

La derrota en el ballotage presidencial en perspectiva



La derrota en el ballotage presidencial en perspectiva


Este artículo es un borrador escrito en los primeros días posteriores al ballotage de la Ciudad de Buenos Aires. Sorprendió que Macri ese mismo día diera un giro en su discurso y dijera que iba a “mantener lo ganado”. Este hecho se prestaba a múltiples interpretaciones. Se arriesgaba a perder votantes duros del macrismo y al mismo tiempo no tenía garantías de conseguir simpatizantes del kirchnerismo. Evidentemente era una indicación de Durán Barba, pero ¿Qué objetivo perseguía? ¿Daría resultado? Releyendo este borrador, inconcluso, resulta evidente que, aunque sea retrospectivamente, ayuda a comprender lo que sucedió. Por qué razón el Frente para la Victoria, que hasta entonces tenía una buena ventaja en las encuestas, finalmente perdió la elección en el ballotage. Salvo correcciones gramaticales, se dejó el borrador sin modificar, para conservar la frescura del momento en que se lo escribió. Se agrega la firma del autor, que no figuraba por su carácter inconcluso.
(Escrito en los días inmediatos posteriores al ballotage de la Ciudad Autónoma de Buenso Aires con el título “Sobre el caos político actual”) La situación política actual presenta una mezcla bastante inusual. Por un lado es casi seguro el triunfo del Frente para la Victoria (FPV) con la fórmula Scioli-Zannini. Por otro lado el desbarajuste de la oposición es notorio. Pero la jugada de Durán Barba introduce elementos que pueden tener efectos muy negativos.
Lo primero que hay que destacar es la razón fundamental del crecimiento del FPV. La política del kirchnerismo, en particular de la presidencia de Cristina es hacer obra. A partir de la derrota de la 125, en 2008, esta política se incrementó enormemente. Se dice que la presidenta dijo: “prefiero que me hechen por lo que hago”. Es distintivo del kirchnerismo, desde Néstor, no hacer anuncios de futuras obras, sino anunciar las obras ya realizadas. En lo esencial se ha mantenido esa política. Visto en profundidad esto significa que el gobierno ha estado permanentemente planificando y desarrollando multitud de proyectos de obra muy concretos y sus anuncios de las realizadas han sido generalmente sorpresas para la población.
Hay que destacar que ha llevado adelante una especie sui generis de desarrollo desigual y combinado, impulsando diversas iniciativas separadamente con el objetivo de que en un futuro cercano confluyan produciendo resultados específicos. Se pueden enumerar el desarrollo de ciencia y tecnología, la generalización de la educación, la creación de más de diez universidades en el Gran Buenos Aires y en varias provincias, la repatriación de más de mil científicos, los cinco millones de netbooks para primarios y secundarios, las obras de infraestructura (carreteras, autovías, ahora ferrocarriles, aerolíneas, electricidad, etc.), el impulso de la cultura, de la industria cinematográfica, de la biotecnología, la promoción de la industria, de la sustitución de importaciones, con todas las debilidades del caso, los planes Pro.Cre.Ar de vivienda, Progresar para los estudiantes, la lista es larguísima. Y los resultados se van anunciando.
Todo esto, a nivel político, y su secuela electoral, es que la población ve, percibe, que se hacen obras, a todos los niveles, obras que mejoran su vida cotidiana: educación, salud, vivienda, salario, jubilación, empleo, acceso a la cultura, a la ciencia, a la tecnología, a la universidad, etc., etc.
La existencia hace la conciencia, y este es el efecto que se produce. La existencia inevitablemente afecta a la conciencia, en mayor o menor medida, más o menos determinante, pero es inevitable.
Un campesino piensa como campesino, un obrero como obrero, un patrón como patrón, un kioskero como kioskero, un camionero como camionero, etc. De qué manera las obras que han mejorado el nivel de vida de la población, afecta a cada persona en particular, se reflejan en apoyo al gobierno y aún más en el voto, es de naturaleza variable. Pero no cabe duda que en líneas generales eso es lo que ha sucedido.
De hecho, se enfrentan dos formas de hacer política: una, con obras para el pueblo, otra con palabras, con frases. El triunfo de la primera es notorio. La política de hacer obras para el pueblo del kirchnerismo atraviesa a toda la oposición política y la pulveriza. Si la oposición no tuviera el cuasimonopolio de los medios de difusión probablemente ya hubiera desaparecido totalmente.
La caída en picada de Massa es un ejemplo notorio. Y en el balotaje de la Ciudad de Buenos Aires también se vio reflejado. Que Durán Barba haya debido tomar nota de que la población mayoritariamente no quiere perder las mejoras obtenidas certifica la victoria política del kirchnerismo. ¿Qué efecto puede tener que Macri haya reivindicado en gran medida la obra del gobierno? Evidentemente Durán Barba pensó que ese giro en el discurso no le haría perder muchos votos macristas, pero podría ganar muchos votos indecisos. Es una apuesta muy arriesgada, muy difícil de lograr, pero no deja de ser inteligente, aunque siniestra. Durán Barba evidentemente piensa en el electorado centrista, el que no apoya al gobierno pero no quiere perder lo ganado, y esa franja va desde los tibios simpatizantes del gobierno a los tibios simpatizantes de Macri. El miedo a perder lo ganado podría haberla decidido a votar al FPV. Ahora podría votar a Macri sin perder lo ganado. Pero ¿hay votantes de esas características? ¿No se dan cuenta de que Macri no va a cambiar su política? ¿Puede ser que tomen en serio el giro discursivo de Macri? Sí existen, y es una amplia franja. No se trata de que le crean o no a Macri, se trata de que quieran creerle. Y son muchos los que constituyen esa franja centrista que pueden querer creerle a Macri. Durán Barba lo sabe y apuesta a ello. Es peligroso, puede tener un porcentaje de éxito. Aunque es muy difícil que impida el triunfo del FPV, no deja de tener su peligro.
Pero hay algo más siniestro en la estrategia de Durán Barba: ensuciarle la victoria política al kirchnerismo. Si el escenario hubiera continuado siendo que el macrismo mantenía su oposición a todas las mejoras realizadas por el gobierno quedaría cada día más en evidencia que la obra del gobierno era buena, que la oposición no era honesta, la existencia hace a la conciencia, las obras hacen tomar conciencia al pueblo, en mayor o menor medida, de las buenos intenciones y realizaciones de este gobierno, la oposición se vería cada vez más como charlatanes, difamadores del gobierno, desinteresados de las mejoras para el pueblo. La diferencia se iba haciendo cada vez más nítida, y a medida que transcurriera el tiempo ese proceso se acentuaría hasta hacerse insostenible. El giro en el discurso de Macri tiende a borronear todo ese proceso, justamente porque apunta a la amplia franja del electorado centrista que quiere creer en sus palabras, para no cambiar, para no arriesgar, para no ser criticado por apoyar al gobierno ni por votar a Macri. Está por verse si este efecto confusionista es amplio o apenas una brisa, pero el sentido que tiene es ése.
Toda la política de la oposición (de todo el frente Cambiemos), del conglomerado de empresas de Clarín, de La Nación, no ha sido en ningún momento demostrar con argumentos y con hechos que el gobierno escorrupto, que se roban toda la plata de los argentinos, que es una dictadura, etc., etc. Su política siempre ha sido lograr que la población crea que así es. Y hasta ahora lo ha venido logrando en gran medida. Pero estábamos entrando en una coyuntura en la cual la existencia de las obras del gobierno, hacían cada vez más a la conciencia del pueblo. Un proceso lento, molecular, pero inexorable. La campaña difamatoria de la oposición se acercaba cada vez más a aparecer como caricatura ante los lectores de los diarios o los oyentes de la radio o los espectadores de la televisión. A partir del fracaso de la operación Nisman contra el gobierno, todos los planes desestabilizadores del gobierno han sido cada vez más caricaturescos. Y la población de a poco, molecularmente, va tomando nota.
En este escenario el discurso de Macri dice: “siempre estuvimos de acuerdo con las obras buenas de este gobierno, nosotros las vamos a mantener, por supuesto, nuestras diferencias con el gobierno no pasan por ahí, estas mejoras deben continuar pero mejorándolas…”. A todo aquel que crea en este discurso se le borronea la identificación entre las obras y el gobierno, se inclina a pensar que es algo normal, que todos los gobiernos lo hacen, que no hay ningún mérito especial, que no es una política exclusiva de este gobierno, etc. Macri miente, pero ¿cuántos lo ven así y cuántos quieren creerle? La política de la derecha sigue orientada a lograr que la gente crea, no que la gente sepaconstate, etc.” (Carlos A. Larriera, escrito en los días inmediatamente posteriores al ballotage de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires)

Carlos A. Larriera
11.01.2016

viernes, 8 de enero de 2016

¿Federalismo o 24 Estados?



¿Federalismo o 24 Estados?



Es importante tener claro el tema del federalismo porque el dominio absoluto del capital concentrado que plantea el nuevo gobierno derivará en una utilización de la actual división federal para sus propios intereses, y esto puede resultar muy perjudicial para la integración democrática de todo el país. El riesgo es mayor después de la Asamblea Constituyente del ’94 que otorga a las provincias el dominio del subsuelo (petróleo, minería, etc.) y la posibilidad de celebrar acuerdos internacionales.

El progresismo en general reivindica el federalismo. También el kirchnerismo desde el gobierno y desde el llano siempre lo hizo. Los sectores conservadores provinciales también lo hacen.  

Además gran parte del revisionismo histórico reivindica el federalismo. Lo reivindica remontándose al histórico enfrentamiento entre unitarios y federales, llegando a nuestros días.

Esta reivindicación tiene muchos contenidos implícitos. Entre otros, se plantea como una defensa de los derechos de los pueblos del “interior” frente a la hegemonía portuaria de Buenos Aires. Se da por demostrado que el federalismo es la forma más democrática de constitución de la nación.

Pero ¿es bueno el federalismo? ¿Qué es el federalismo? ¿Qué es el federalismo en los hechos?

¿Es una descentralización democrática del país, o son 24 estados diferentes? Las 24 provincias (contando la ciudad de Buenos Aires) son en gran medida 24 estados diferentes, sobre todo después de la constitución de 1994.

La constitución argentina se inspiró en la norteamericana, la cual se hizo respetando los estados en que estaba dividido el país del norte en ese momento. Y no sólo eso, se estableció la cámara de senadores con el expreso propósito de otorgarle un poder especial a las clases económicas dominantes en cada estado.[1] La figura de la cámara de senadores fue creada por miedo a que el pueblo tuviera un acceso directo a las decisiones parlamentarias, para asegurarse que estas decisiones parlamentarias respetaran en lo fundamental, los intereses de los sectores económicos dominantes en cada estado.

En Argentina la cámara de senadores cumple el mismo papel. ¿Qué sentido tiene que haya dos cámaras? ¿Acaso no se define a los miembros de la cámara de diputados como a los representantes del pueblo? Si es así ¿a quién representan los senadores? Obviamente, no al pueblo, que ya está representado por los diputados. Los senadores defienden los intereses económicos dominantes en cada provincia. No olvidemos que hasta hace muy poco no eran elegidos por voto directo.

Pero para peor la constitución de 1994 le transfirió a las provincias “…el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio” (art. 124) y además “… podrán también celebrar convenios internacionales en tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación…”.

Este articulado abre las puertas para que cada provincia sea dueña de sus recursos naturales y establezca acuerdos con naciones y capitales extranjeros. Para ser un estado en todo el sentido de la palabra le falta tener moneda propia, pero cada provincia es prácticamente un estado independiente. Esta situación abre también la puerta para la balcanización del país. Una provincia que exporte el producto de sus riquezas naturales, que se asocie con capitales extranjeros, que acuerde en el mismo sentido con provincias vecinas, puede muy bien querer separarse del resto del país. Como sucede con el sur del Brasil, el norte de Italia, etc.

Todos los gobiernos nacionales han tenido y tienen serias dificultades para gobernar el país democráticamente debido justamente a la existencia de estos 24 estados independientes en lo sustancial.

El tema de la cárceles, por ejemplo, si el estado nacional sólo tiene jurisdicción sobre las cárceles federales, que abarcan 9.600 presos, y las cárceles provinciales sobre las que tienen jurisdicción los gobiernos provinciales abarcan el resto los 50.400 presos restantes de los 60.000 que hay en el país, ¿cómo hace el gobierno nacional para instrumentar un sistema carcelario que respete los derechos humanos? Lo mismo sucede con la administración de justicia, con la obra pública, con la política de inclusión social, la educación, etc., etc.

El federalismo entendido como gobiernos estatales con sus propios poderes legislativos, ejecutivos y judiciales, con el agregado de disponer de los recursos naturales, etc., no es un aumento de la democracia de los pueblos, sino todo lo contrario. Que el poder económico de Buenos Aires haya siempre gobernado para sí mismo en detrimento de los pueblos provinciales no se contrarresta con ese tipo de federalismo.

Y todo federalismo implica en mayor o menor medida la construcción de estados independientes. No es el federalismo la forma adecuada a través de la cual el pueblo de un país puede gobernarse a sí mismo democráticamente.

Además las provincias argentinas son divisiones artificiales del territorio, como es artificial la división actual de América Latina en los distintos países que la componen.

Lo que deberían existir son autonomías regionales. Y estas regiones deberían respetar, las características de la población, la naturaleza de los recursos naturales, la posibilidades regionales de crecimiento económico, etc.

Pero las autonomías regionales no pueden ser tampoco una sumatoria anárquica.  Los pueblos de la regiones deben decidir en la forma más directa y democrática posible sobre qué es lo que necesitan, cómo lograrlo, etc. Pero al mismo tiempo, al tomar estas determinaciones, los pueblos de las regiones deben hacerse cargo de que sus intereses particulares deben armonizarse y coordinarse con los intereses de los pueblos del resto de las regiones del país. Y entre todas las regiones deben confluir en una administración centralizada que pueda aplicar, en forma ejecutiva, los mismos lineamientos básicos a todo el país.

Para que este tipo de descentralización-centralización funcione eficazmente, es imprescindible subrayar que los pueblos de cada región deben hacerse cargo que son parte del mismo país, y velar desde cada región, no solamente por sus intereses particulares,  sino por los intereses del pueblo de todo el país.

Va de suyo que cualquiera sea la forma democrática más adecuada para la consecución de estos fines, ésta no puede ser nunca la forma actual de que cada provincia tenga una constitución y un poder legislativo, judicial y ejecutivo propios.

Y también es obvio que los pueblos de cada región deben tener claro que los recursos naturales de cada región son al mismo tiempo recursos naturales de todos los habitantes del país.

Carlos A. Larriera

08.01.2016




[1] H. Carey Hockett y A. Meier Schlesinger Evolución política y social de los Estados Unidos, 2 tomos, Editorial Kraft, Buenos Aires, 1954, y  Charles A. Beard, Una interpretación económica de la Constitución de los Estados Unidos, Ediciones Arayú, Buenos Aires, 1953.