lunes, 26 de enero de 2015

La elevación de la conciencia bajo el kirchnerismo

La elevación de la conciencia bajo el kirchnerismo


No se puede cambiar nada de raíz sin elevar la conciencia del pueblo. Ningún cambio profundo se puede lograr sin una revolución democrática de toda la población. Pero ninguna revolución democrática es posible si la mayoría del país no adquiere profunda conciencia de su necesidad. El poder dominante, el gran capital concentrado y centralizado internacional, está interesado en que esa toma de conciencia no se produzca, y actúa por todos los medios a su alcance para impedirlo. La única posibilidad de derrotar a este poder concentrado es elevar la conciencia a pesar de todos los obstáculos. Todo el que quiera realmente cambiar las cosas a favor del pueblo necesita tener como eje de su actividad política esta lucha por la elevación de la conciencia.

La izquierda actual, incluyendo a los partidos del FIT, no tiene a la elevación de la conciencia como su tarea principal. Esto indica claramente que su estrategia no es la revolución social.

El kirchnerismo incorpora muchos elementos que oscurecen la conciencia en lugar de aclararla. Reivindica al capitalismo, reivindica el estado capitalista, está a favor de la conciliación de clases en lugar de impulsar la lucha de clases de los trabajadores. Estos rasgos negativos del kirchnerismo son utilizados por gran parte de la izquierda para negar que contradictoriamente ayude en algún sentido a la elevación de la conciencia.

Pero la intoxicación de la conciencia que produce el kirchnerismo es la misma de toda democracia burguesa, de todo capitalismo. Ningún partido político que reivindique la posibilidad de bienestar del pueblo bajo el capitalismo puede opinar distinto. Si lo hiciera, debería negar esa posibilidad e intentar ir más allá del capitalismo.

La lucha contra la intoxicación de la conciencia bajo el kirchnerismo es la misma lucha en toda democracia burguesa. No solamente el kirchnerismo, la inmensa mayoría de la población cree que todas las soluciones posibles a los problemas sociales deben darse bajo el capitalismo. A nadie se le ocurre ir más allá del capitalismo.

La lucha del verdadero socialismo debe incluir necesariamente la unidad de acción con todos los movimientos progresistas, al mismo tiempo que declara abiertamente que la única solución de fondo sólo puede surgir a través de la revolución social.

La mayoría de la población no eleva su conciencia estudiando y leyendo. Eso solamente queda reservado a  una ínfima minoría de intelectuales (de cualquier clase social, en su mayoría clase media). El pueblo en general, eleva su conciencia por experiencia de masas. Acompañar esa experiencia de masas es una tarea insoslayable de los socialistas. La izquierda del FIT, por ejemplo, no solamente no acompaña la experiencia de masas kirchnerista, sino que la menosprecia. Esto es precisamente lo contrario de toda táctica socialista.

Si el pueblo sólo eleva su conciencia por experiencia de masas, y los socialistas no establecemos una unidad de acción con esa experiencia, ¿Cómo podemos pretender que se eleve la conciencia popular? En todo caso no será precisamente con nuestra ayuda, como planteaba Lenin en el ¿Qué hacer?, sino sólo por la espontaneidad de las masas. Con lo cual el rol de los socialistas dejaría de existir, el partido sería innecesario. Toda la experiencia histórica demuestra que es un absurdo negar la necesidad del partido revolucionario.

Marx y Lenin reivindicaban la necesidad de caracterizar el contenido y la dinámica objetiva de todo movimiento de masas. En el caso de que sean progresivos, por más intoxicada que tengan su conciencia al momento de iniciarse el movimiento, la unidad de acción era la política verdaderamente socialista.

¿Es sincero el kirchnerismo? ¿Realmente intenta luchar por el crecimiento con inclusión social para los 40 millones de argentinos? Todos los datos de la realidad certifican que los integrantes más sinceros del kirchnerismo, empezando por Néstor y Cristina son sinceros. En todo movimiento hay tibios, oportunistas y caballos de troya, pero el núcleo central del kirchnerismo no se puede negar que sea sincero. Que sea su proyecto utópico es otra cuestión. Pero es la utopía de la clase media mundial, y de gran parte de la clase obrera. La lucha político ideológica contra esa falsa ideología es la tarea permanente y central de todo verdadero socialista. Pero la forma de hacerlo no es boicoteando esa lucha populista, sino practicando la unidad de acción con todo lo que signifique avances económicos, sociales y democráticos. La demostración de que la política kirchnerista es utópica y que la revolución social es el único camino posible pasa por desarrollar, al máximo posible, esta lucha por la inclusión social bajo el capitalismo. Si el pueblo participa masivamente de esta lucha, si se agotan todas las acciones posibles para su concreción plena se verá con la mayor claridad que el capitalismo es una valla que impedirá siempre la “inclusión social” plena, que hay que superar el capitalismo, expropiarlo, realizar la revolución social y construir el socialismo.

La culminación de la construcción del socialismo, por supuesto, es mucho más que la “inclusión social” es la administración directa del pueblo de toda la vida económica y social. Pero en el “instinto” de las masas esta lucha por la inclusión apunta borrosamente en el mismo sentido. Lo espontáneo es lo embrionario de lo conciente, decía Lenin. No solamente hay que tener en cuenta la sinceridad en las intenciones de muchos dirigentes kirchneristas, lo más importante es que se ha despertado un movimiento social que trabaja activamente para lograr el máximo bienestar del pueblo. Pretender que un movimiento social de este tipo comience su existencia teniendo plena conciencia del funcionamiento del capitalismo no se corresponde con la realidad, de hecho implica estar en contra del surgimiento de todo movimiento social.

No se trata de apoyar al kirchnerismo como tal, ni a su gobierno se trata, por un lado, de luchar con todas las fuerzas para que la ofensiva del capital concentrado no tenga éxito, que no pueda destituir a este gobierno, que no gane las próximas elecciones, que todos los boicots que realice fracasen, que los fondos buitres sean derrotados, que se mantenga la mayoría accionaria estatal en YPF, la AUH, y todas las mejoras logradas bajo este gobierno. Y, por supuesto, que el intento destituyente o de derrota electoral del caso Nisman no tenga éxito. Y como dicen los kirchneristas, ir por más.

Los socialistas debemos proponer en todo momento la mejor forma de lograr todas y cada una de las reformas sociales, económicas, políticas y democráticas que sean objetivamente posibles de realizar bajo el capitalismo.

Por el contrario proponer reformas imposibles de concretar bajo el capitalismo como sería, por ejemplo, la abolición del trabajo asalariado, es desde todo punto de vista contraproducente, absolutamente contraindicado.

La izquierda del FIT por ejemplo, presenta su oferta electoral como si todas las reivindicaciones posibles de los trabajadores pudieran concretarse si el FIT ganara las elecciones presidenciales. Con esto se aparta del socialismo y confunde y engaña a los trabajadores de dos maneras: por un lado diciendo implícitamente que un verdadero socialista puede integrar el ejecutivo en un Estado capitalista, y por otro lado prometiendo que bajo un gobierno del FIT todos los reclamos sociales podrán ser satisfechos. Esta forma de propagandizar su oferta electoral implica entre otras cosas, una visión no socialista, burguesa,  del Estado capitalista, al mismo tiempo que presenta a la política de los distintos gobiernos democráticos burgueses como dependiendo fundamentalmente de la buena o mala voluntad de esos gobiernos para satisfacer los reclamos del pueblo. Un gran engaño a los trabajadores que, además, omite mencionar la lucha interburguesa, la política del capital concentrado y centralizado internacional (CCyCI ) y lo que es peor, sin mencionar que en todo momento el conjunto del pueblo liderado por la clase obrera necesitará librar infinidad de luchas a todos los niveles, primero para obtener la mayor cantidad y calidad de reformas bajo el capitalismo, y después muchas más aún para lograr la revolución social y la construcción del socialismo. El mensaje implícito en las campañas electorales del FIT es que si gobernaran solucionarían todos los problemas. Este mensaje también está implícito en las críticas que se le hacen al actual gobierno, dando por sentado que es todopoderoso y que todos los males se deben a su política capitalista deliberada y voluntaria.

El capitalismo es uno solo, pero de acuerdo a los diferentes grados de concentración y centralización del capital, la política de los distintos grupos empresarios tienen diferencias importantes. Los grandes conglomerados  internacionales que fabrican y venden en todo el planeta tienen intereses en gran medida contrapuestos con los grupos empresarios que necesitan del mercado interno para crecer. El populismo es un enemigo para los grandes conglomerados empresarios cuyo mercado es el mundo entero. Los intentos de gobiernos como el kirchnerismo de aumentar el mercado interno ampliando la inclusión social, no son tolerados por estos conglomerados, el capital concentrado y centralizado internacional (CCyCI). Los ataques contra esta política del gobierno tienen muchos parecidos, salvando las diferencias, con los ataques contra la política de construcción del socialismo del gobierno soviético dirigido por Lenin.

Hay un paralelo entre la lucha del kirchnerismo, desde el gobierno y desde el llano, para lograr reformas sociales superando la oposición destituyente del CCyCI y la lucha del bolchevismo en el gobierno soviético bajo la dirección de Lenin. Existe una diferencia abismal entre los dos gobiernos en cuanto a que al gobierno soviético se accede vía revolución social, la destrucción del Estado capitalista y su reemplazo por un Estado obrero soviético, el proletariado en el poder dirigiendo a todo el pueblo, apoyándose en la movilización revolucionaria de las masas, en el armamento general del pueblo, la creación del Ejército Rojo, etc. Mientras que el kirchnerismo proviene de elecciones burguesas, mantiene el Estado capitalista, defiende al capitalismo, predica la conciliación de clases abandonando la lucha de clases, confundiendo ideológicamente al pueblo. Pero a pesar de esta diferencia abismal se puede efectuar un paralelo en las dificultades que encuentran los dos gobiernos para realizar reformas sociales frente a la oposición del CCyCI, que es el mismo en los dos casos en cuanto a su carácter de capital concentrado. El kirchnerismo se maneja con un respeto puntilloso de los mecanismos democrático burgueses, pero recurriendo al apoyo popular, en especial de la juventud. El bolchevismo se basaba en la conquista del poder político por el proletariado, en la expropiación de los capitalistas y la lucha revolucionaria del proletariado y el conjunto de los trabajadores y los campesinos pobres. Los boicots a las políticas económicas de los dos gobiernos por parte del CCyCI tienen muchas similitudes. La ofensiva destituyente también tiene similitudes en cuanto a la ofensiva mediática, la difamación y otras cuestiones, con la diferencia abismal que para destituir al país soviético lo invadieron militarmente todos los países imperialistas provocando una guerra civil que los soviéticos sólo pudieron superar al cabo de varios años.

El kirchnerismo confía en la burguesía, y en particular en el supuesto empresariado “nacional”. El bolchevismo expropió a la burguesía, pero no pudo expropiar al resto de la burguesía mundial, por eso el CCyCI pudo mantener una guerra feroz contra el Estado soviético.

La utopía del intento del kirchnerismo de crecimiento con inclusión social bajo el capitalismo no impide que se hayan realizado y se realicen muchas mejoras en el bienestar del pueblo y en el desarrollo de la economía, bienestar y desarrollo que son necesarios como punto de partida para la construcción del socialismo vía revolución social.

Si la construcción del socialismo vía revolución social empieza en una situación de desastre económico generalizado, en que hay que construir todo tipo de infraestructura, trenes, autopistas, autovías, carreteras, líneas aérea, producción y distribución de electricidad, petróleo, gas, la extracción de minerales necesarios como el cobre y el litio, agua corriente, cloacas, plantas potabilizadoras, telefonía, puertos, puentes, satélites, fibra óptica, siderurgia y otras industrias de base y todo tipo de industrias necesarias para el funcionamiento “normal” de una economía, como fabricación de camiones, autos, aviones, barcos, artículos electrónicos, electrodomésticos, de computación, impresión tridimensional, biotecnología, nanotecnología, laboratorios medicinales y de otros productos químicos, y la lista sería interminable, si hay que comenzar la construcción del socialismo sin todo ese desarrollo económico, sería prácticamente imposible hacerlo. Basta recordar las tremendas dificultades que tuvo el gobierno de Lenin, empezando por la falta generalizada de electricidad, que le llevó a pronunciar la famosa frase: “hoy la revolución es soviets más electricidad”.

El punto de partida ideal para comenzar la construcción del socialismo es el máximo desarrollo posible capitalista, lo que significaría que en su momento “bastaría” con expropiar al capital para sentar las bases económicas fundamentales del socialismo.

Pero no sólo eso, todo avance democrático, todo avance en la lucha contra la discriminación, todo experiencia de trabajo solidario, o cooperativo, todo avance científico, tecnológico, cultural, artístico, así como las paritarias sindicales, la jubilación de todos con edad de hacerlo, la educación, la vivienda, etc., etc., constituyen una base poderosa de sustentación para el avance de la construcción del socialismo.

Todos estos desarrollos y muchos otros se están realizando en el país en la última década. Con todas las limitaciones que se quiera, empezando por las limitaciones capitalistas en que se enmarcan, estos desarrollos deben ser defendidos, aprovechados e incrementados.

El socialismo no surge de la nada sino del capitalismo, y toda la experiencia acumulada en ese período  histórico debe ser aprovechada para construir la sociedad socialista.

La lucha ideológica contra la falsa ideología kirchnerista sólo se puede ganar luchando por llevar al llamado  “crecimiento con inclusión social” al máximo grado posible de crecimiento durante el capitalismo. Sólo agotando esta experiencia de masas, llevándola a su máximo desarrollo posible bajo el capitalismo las convencerá de la imposibilidad de lograrlo plenamente bajo el capitalismo. Agotando esa experiencia se habrá adquirido un conocimiento profundo y masivo de las dificultades insalvables que presenta el capitalismo, y se habrá elevado la conciencia de las masas tanto en sentido general como práctico de las tareas que será necesario realizar para la expropiación del capitalismo y la construcción del socialismo.

La elevación de la conciencia de las masas es imprescindible para el triunfo de la revolución social. Transitando esta experiencia hasta agotarla con la ayuda del verdadero socialismo, las masas se liberarán de la falsa conciencia kirchnerista pero no por la vía de la decepción, el desánimo y la derrota por muchos años, sino que por el contrario, al mismo tiempo que se liberan de la ideología kirchnerista estarán tomando conciencia de la necesidad de la revolución social para lograr un verdadero “crecimiento con inclusión social”.

Carlos A. Larriera


26.1.2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario