jueves, 27 de febrero de 2014

Medidas a tomar por todo el pueblo frente a la ofensiva del capital concentrado


Medidas a tomar por todo el pueblo frente a la  ofensiva del capital concentrado


En estos 10 años ha habido muchos avances, pero no se ha cambiado la estructura capitalista extranjerizada y concentrada heredada de la dictadura militar y de la década del ’90. Este corsé económico heredado impidió que las mejoras fueran mayores, que se profundizaran lo suficiente como para tener mejores posibilidades de perdurar en el tiempo, y el capital concentrado y centralizado internacional (CCyCI) hacedor de esta estructura, siguió creciendo dentro del país y ha motorizado todas las campañas destituyentes y todos los boicots a los aspectos progresistas de las políticas de este gobierno, en un intento de retomar el dominio pleno del Estado para continuar y profundizar la depredación a la que había llegado en los ’90.
Este gobierno ha orientado su política a un desarrollo industrial con inclusión social dentro del capitalismo, reivindicando y respetando las instituciones de la democracia burguesa. La presidenta  afirmó claramente que no es revolucionaria y que defiende el capitalismo, sólo que defiende “un capitalismo que implique crecimiento con inclusión social”, “respeto de los derechos humanos” y amplificación permanente de todos los derechos democráticos. El hecho de ser una estrategia utópica, dado que es imposible conseguir esos objetivos en el marco de la democracia burguesa y sus instituciones, no implica que no haya sido y siga siendo la política expresa y deliberada del kirchnerismo.
El kirchnerismo se ha manejado siempre calculando (a su manera) la relación de fuerzas con el CCyCI para elegir el momento adecuado para realizar algunas reformas, como la estatización de las AFJP o la AUH, entre otras. Pero nunca consideró que hubiera la relación de fuerzas suficiente como para realizar reformas más avanzadas. Y si bien su estrategia incluía el desarrollo favorable a su política de esta relación de fuerzas, “crear masa crítica”, en la práctica se ha manifestado muy débil para hacerlo. La relación de fuerzas es básicamente una relación social más que una relación gobierno-CCyCI, pero la propia política de conciliación de clases llevó al kirchnerismo no solamente a oponerse a toda independencia política de la clase obrera, sino que ni siquiera ha intentado apoyarse en el movimiento obrero, en su lugar ha colocado su base social básicamente en la clase media progresista y en los sectores más pobres beneficiados con los planes del gobierno, AUH, jubilaciones, vivienda, etc.
A estas limitaciones básicas fundamentales el kirchnerismo agrega su respeto a las instituciones de la democracia burguesa. Es imposible avanzar con reformas radicales con la velocidad, la profundidad y la eficacia suficientes si se respetan la formalidad de estas instituciones, máxime que no son las instituciones democrático burguesas más progresistas, sino las heredadas de la dictadura militar y la década del ’90. Por ejemplo, aún hoy subsisten una gran cantidad de jueces nombrados por la dictadura, por dar un ejemplo. La ley de medios demoró cuatro años en aplicarse debido a cautelares judiciales de estos jueces precisamente.
En este mismo sentido se orienta la política del gobierno en relación a las futuras elecciones. En resumidas cuentas el gobierno sostiene haber hecho todo lo posible y si pierde las próximas elecciones y ganan los representantes del CCyCI plantea que habrá que aceptarlo porque hay que respetar las instituciones. De esta manera hay una absolución de responsabilidades en dos direcciones de ida y vuelta. Si el gobierno no ha hecho más es por las limitaciones “de las instituciones”, pero el “respeto de las instituciones” está fuera de discusión, por lo tanto el gobierno más no pudo hacer.
¿Y el pueblo? Todos los daños, sufrimientos, penurias, que pueda sufrir el pueblo por una vuelta a los ‘90s corregidos y aumentados, la pobreza, la desocupación, la miseria, la destrucción de fábricas, el deterioro de la atención de la salud y la educación, la falta de vivienda, la represión de los movimientos sociales, etc., ¿cómo se lucha para evitarlos?
Según el gobierno esto depende del resultado de las elecciones del 2015. El kirchnerismo se somete a esas reglas institucionales tal cual están hoy diseñadas, con todas sus trampas, y si pierde se retira a la oposición, dejándole el gobierno al CCyCI. A esto es a lo que consideran “democracia”. Según su perspectiva la democracia no es ser inclaudicablemente fieles a las necesidades de la mayoría del pueblo, esa fidelidad encuentra sus límites en el respeto a las instituciones de la democracia burguesa. Si bien ha habido importantes avances democráticos bajo el kirchnerismo (dentro de los límites de la democracia burguesa) es ajeno a su política, está lejos de sus posibilidades visualizar y realizar verdaderos avances hacia una revolución democrática, única forma de defender los derechos del pueblo frente a la ofensiva del capital concentrado.
Obviamente, es la ideología de la democracia burguesa en general y del kirchnerismo en particular. El problema está mal planteado. ¿Qué es lo que es necesario hacer para que la situación económica mejore y no empeore? Todas las medidas que sea necesario tomar hay que tomarlas, se encuadren o no dentro de los límites de la actual institucionalidad de la democracia burguesa. Ni el gobierno ni nadie puede renunciar a hacer lo que es necesario hacer para el bienestar del pueblo. De lo que se trata es de hacer las reformas que necesaria e imprescindiblemente hay que hacer, se encuadren o no dentro de la democracia burguesa. Lo que debe primar es la necesidad irrenunciable de realizar las reformas imprescindibles, si no se puede dentro de esta democracia burguesa, o de la democracia burguesa en general, habrá que ir más allá de ella. Ser fieles real y decididamente a las necesidades del pueblo es lo que define a la democracia verdaderamente revolucionaria, abriendo nuevos caminos para cambiar realmente las cosas, siendo fieles a las tareas que hay que realizar imprescindiblemente, instrumentando las medidas necesarias para lograrlo. Si no se puede subir hasta allá arriba de la montaña porque está muy alto, habrá que conseguir una escalera, si no hay una escalera habrá que fabricar una. Pero si es necesario ir hasta arriba de la montaña, hay que trabajar incansablemente para lograrlo, superando todos los obstáculos que haya que superar.
Si no hay relación de fuerzas hay que construirla. Si el pueblo necesita realmente determinadas reformas, es posible lograr la relación de fuerzas suficiente para realizarlas. Logrando que el propio pueblo tome conciencia de la imperiosa necesidad de realizar esas reformas, en particular que tome conciencia la clase obrera, surgirá naturalmente esa relación de fuerzas. No se puede justificar la renuncia a garantizar las reformas con el pretexto de que hay que respetar los límites de la democracia burguesa.
¿Cuáles son las reformas imprescindibles que es necesario realizar para frenar la ofensiva del capital concentrado?
El capital concentrado obligó al gobierno a la última devaluación aprovechando que toda la economía argentina está privatizada, oligopolizada y en gran medida extranjerizada.
Esa es la base material de su poder.
Esa base material es lo que debe desarticular hoy el conjunto del pueblo.
Si se estatiza el comercio exterior y se nacionaliza la banca, se le dará un golpe importantísimo al capital concentrado.
No es lo único que hay que hacer, pero es la base fundamental para que el pueblo pueda frenar esta ofensiva del capital concentrado, al quitarle su poder de manipular toda la economía del país.
Es altamente probable que el gobierno no se anime a tomar estas medidas. Su defensa del capitalismo en general,  su política de conciliación de clases, y su respeto a una relación de fuerzas con el CCyCI (según su forma de medirla) indican que se puede esperar poco del gobierno en este sentido. Lo cual no quita que se debe exigir con la mayor fuerza posible que sí lo haga.
Estatizando el comercio exterior y nacionalizando los bancos privados se podría controlar una buena parte de la base material del CCyCI. Por supuesto que esto no debe hacerse solamente desde arriba, con organismos y funcionarios del Estado, sino también desde abajo. Para que no se realicen estas medidas de una forma burocrática, reaccionaria, sensible a la corrupción que intentará el CCyCI deben instrumentarse de manera que el pueblo, todos los que viven de su trabajo y no del trabajo ajeno, tengan la posibilidad de acceder al conocimiento de su contabilidad y puedan controlar todas sus operaciones.
El control de los precios por parte de la población es muy importante, pero es necesario que ese control se ejerza en la producción misma, no solamente sobre las ventas en los supermercados.
Una auditoría de la contabilidad de las empresas oligopólicas y un monitoreo de sus costos es fundamental. Igual que en los casos anteriores, el acceso directo a estos controles por parte del pueblo es imprescindible.
Todas estas medidas por sí mismas no afectan directamente las ganancias empresarias, pero pueden en gran medida evitar la evasión impositiva, todo lo que tiene que ver con la falta de divisas (restricción externa) y la creación artificial de brechas cambiarias, las ganancias extraordinarias, y toda clase de fraudes y maniobras del CCyCI.
Todas las medidas parciales que constituyan avances, por más limitadas que sean, hay que apoyarlas, en cuanto no haya en cada momento en particular posibilidades reales de llevar a la práctica medidas más radicales.
Medidas intermedias, como algo parecido a una Junta Nacional de Granos, o la nacionalización de los depósitos bancarios, u otras parecidas deben ser apoyadas mientras no se haya logrado la suficiente conciencia en la población como para avanzar aún más.
Algunas de estas medidas fueron discutidas el 25.2.14 en el segundo encuentro de la Convocatoria Económica y Social en la Comisión Nacional de Valores (CNV), por ejemplo.[1]
También se puede implementar medidas complementarias, como inaugurar mercados centrales y submercados en todas las ciudades del país, donde la población tendría acceso a precios que evitaran en gran medida la intermediación innecesaria y proveyera una alternativa de consumo más barato frente a los altos precios oligopólicos de los supermercados.
Todas estas y otras medidas intermedias hay que apoyarlas, avanzando a través de todas las dificultades y todas las posibilidades que presenta la realidad social particular de nuestro país. Todo avance, aunque parcial, imperfecto, en gran medida equivocado o no, igualmente puede servir para frenar en parte la ofensiva del capital concentrado y ganar tiempo para seguir profundizando las reformas con el objetivo de llegar realmente a la estatización del comercio exterior y la nacionalización de los bancos privados.
Porque finalmente sin desarticular esa base material del CCyCI no se podrá frenar su ofensiva.
No solamente hay que parar esta ofensiva para evitar un retorno a penurias mayores que en los ’90, sino para defender y consolidar todos los avances democráticos realizados en esta última década. Hay que valorar en su justa medida lo que significa para el pueblo la AUH, la recuperación de la jubilación, la ley de matrimonio igualitario, la vuelta al país de más de mil científicos, las nuevas universidades, los planes Pro.Cre.ar y Pro.gre.sar, el reparto de millones de notebooks, y muchas otras leyes y disposiciones que sería largo de enumerar. Todo esto significa mejora en la salud, en las condiciones de vida, en la educación , en el acceso a nuevas tecnologías, etc., por parte de buena parte del pueblo. Es un capital inestimable, no siempre adecuadamente valorado. Un pueblo fortalecido, enriquecido, maduro, es fundamental para todos los avances necesarios dentro de la democracia burguesa, construyendo la revolución democrática, e incluso con mayor razón durante la futura construcción del socialismo.
Los grandes capitalistas, que son los que constituyen el CCyCI, mienten, especulan, hacen fraude, evaden impuestos, fugan divisas, se quedan con las divisas en el exterior y no las ingresan al país, falsifican la contabilidad con mil artilugios, etc., etc. Dislocan la economía del país para provocar el descontento cada vez más exacerbado del pueblo, y canalizan este malestar creciente en contra del gobierno. Ellos son los que desarticulan la economía, generan la inflación y la falta de divisas, y hacen aparecer al gobierno como el generador de todos los males.
Por esta razón la estatización del comercio exterior y la nacionalización de los bancos privados  para desmantelar la base material del CCyCI debe ser un programa permanente impulsado de todas las maneras posibles por el pueblo, durante este gobierno y los próximos, ya sea que gane el FPV o la oposición destituyente. Dependiendo de quién gane, el escenario será más o menos favorable para desarrollar este lucha, pero hay que llevarla adelante perseverantemente cualesquiera sean las circunstancias.
Si el gobierno por debilidad se resigna a la vuelta al poder estatal pleno por parte del CCyCI, la clase obrera no se puede resignar. Está en juego la perspectiva de años de la derrota más brutal, muy superior a la de los’90.
En el corto plazo, en lo inmediato, es probable que no se puedan llevar adelante plenamente estas medidas. Pero son las medidas ineludibles. Son metas que el pueblo argentino debe tomar en sus manos para impedir que se vuelva a una situación mucho peor que la de los años ’90.
La clase obrera debe tomar la iniciativa como vanguardia de la lucha democrática. No se trata de un problema entre el gobierno y el CCyCI solamente. El problema principal es entre el CCyCI y el conjunto del pueblo que vive de su trabajo.
Todas las medidas aproximadas, parciales, que puedan impulsarse desde el gobierno, o desde las distintas organizaciones del pueblo, es importante que se concreten mientras se lucha por la realización completa de este programa, propagandizando, es decir, explicando su necesidad, mediante reuniones, impulsándolo con movilizaciones, etc.
No hay salida para la crisis capitalista mundial, ni para la crisis de nuestro país en particular sin la revolución social, la expropiación de los grandes capitalistas y la construcción del socialismo.
Pero hoy estamos muy lejos de esa posibilidad, aunque no necesariamente medido en tiempo cronológico sino en hechos que deben suceder y tareas que deben realizarse para que estén dadas sus condiciones de posibilidad. El tiempo puede ser muy corto si las tareas que ayuden a la elevación de la conciencia obrera se cumplen con rapidez y plenitud. Todo depende de la conciencia de todo el pueblo. Toda política revolucionaria debe tener permanentemente presente ese objetivo.
Para avanzar en esa perspectiva es imprescindible la elevación de la conciencia de todo el pueblo, en especial de la clase obrera. La principal actividad de los verdaderos socialistas es ayudar en esta tarea. Los partidos de la izquierda actual han renunciado a ella, limitándose a una lucha meramente sindical, ignorando la ofensiva del CCyCI, y colocando al gobierno actual como el principal generador de las penurias que sufre el país.
Hoy es una tarea común tanto para los demócratas revolucionarios como para los verdaderos socialistas, frenar la ofensiva del capital concentrado. La estatización del comercio exterior y la nacionalización de los bancos privados son perfectamente realizables bajo el capitalismo. Pero difíciles de concretar en su totalidad sin una verdadera revolución democrática que supere los límites actuales de la democracia burguesa.

Carlos A. Larriera
27.2.14

Ver sobre estos temas artículos del autor en Rebelión, Kaos en la red y en el blog wwwnudosgordianos.blogspot.com











[1] Ver artículo Pretenden desestabilizar la nación de Sebastián Premici,  en Página 12, 26.2.14

martes, 4 de febrero de 2014

Falta un programa

Para superar la coyuntura y más allá de ella
Falta un programa



Una derrota en una lucha bien llevada, con táctica y estrategia correctas, deja herencia. Otros pueden continuar la lucha porque se habrá mostrado un camino. Una derrota que sea consecuencia de una táctica y una estrategia equivocadas no deja herencia. Probablemente se produzca desánimo y desorientación, y pase mucho tiempo antes que alguien haga un balance de la derrota y elabore una nueva táctica y una nueva estrategia. Se habrá producido una interrupción de continuidad. En el primer caso los mismos que sobrevivieron a la derrota podrán continuar la lucha. En el segundo caso, probablemente serán otros, que no estuvieron en la lucha derrotada, los que harán el balance y continuarán la lucha con otra táctica y estrategia.

Hay una lucha entre el gobierno y el capital concentrado y centralizado internacional (CCyCI). El primero quiere continuar con el desarrollo industrial con inclusión social dentro de los marcos limitativos del capitalismo. El segundo son conglomerados empresarios internacionales que tienen a todos los países del mundo como sus mercados, y no les interesa la suerte de ningún mercado interno en particular, no les importa arrasar con todo desarrollo industrial y con toda inclusión social, como hicieron en la Argentina en los ’90.

No es solamente un problema entre el gobierno y el CCyCI. Atañe a todo el pueblo argentino. Es necesario llevar a cabo un conjunto de medidas que frene la ofensiva del CCyCI. Hay que luchar para que éstas se apliquen por este gobierno y más allá de este gobierno. Se deben estatizar el comercio exterior y los bancos. Este programa debe ser tomado e impulsado por la clase obrera y el conjunto de los trabajadores, para que lo aplique este gobierno o los que le sigan, luchar por este programa aún en la eventualidad de una derrota del gobierno frente al CCyCI. Esta eventual derrota implicaría un avance acelerado del dominio del CCyCI, lo cual sería tremendamente perjudicial para todo el pueblo, volveríamos a algo peor que los ’90. Al adoptar consecuentemente la lucha por este programa, la clase obrera optimizará la posibilidad de que se aplique urgentemente, y tendrá un programa de lucha para enfrentar al CCyCI en cualquier circunstancia, incluso más allá de este gobierno y de los que le sigan.

El gobierno está en una encrucijada[1]. Puede salir o sucumbir. El CCyCI sigue con su ofensiva, manifestada de distintas formas. Es un hecho que el “círculo rojo”, laboratorio político del CCyCI, da por descontado que el gobierno no llega a las elecciones, lo que certifica que la ofensiva destituyente continúa.

Hay dos problemas coyunturales: la escasez de divisas (restricción externa) y la inflación. Y un tercer problema más estructural que es el déficit fiscal. Si se estatiza todo el comercio exterior se podría evitar la elusión del ingreso de divisas por parte de los exportadores. Si además se estatiza la banca, se podría controlar en buena medida la fuga de capitales, con lo cual se impediría el egreso de divisas. Controlado el ingreso y el egreso de divisas, no habría escasez de las mismas porque el país las produce en cantidad más que suficiente.

Si se estatiza la banca también se puede direccionar el crédito hacia la producción, hacia la inversión en infraestructura, hacia la sustitución de importaciones, etc. Esto bajaría los costos, lo cual reduciría la posibilidad de una inflación de costos. Además se incrementaría la producción, lo cual iría en contra de la inflación de demanda. La estatización del comercio exterior permitiría controlar la inflación que se produce por traslado de los precios internacionales al mercado interno.

La inflación por oligopolios, la que más ha pesado en el país en los últimos años, en principio no puede ser solucionada radicalmente bajo el capitalismo, porque la dinámica de la concentración económica es natural en el capitalismo, es parte de su ADN. Para esta tarea será necesaria la revolución social, la expropiación del capital y la construcción del socialismo.

No obstante el plan de crear muchas sucursales de mercados centrales puede dar algunos resultados. También se podrían inventar algunas otras medidas con efectos benéficos. El gobierno también intenta controlar la inflación por oligopolios auditando los costos reales y convalidando sólo aumentos de precios basados en verdaderos aumento de costos. Es una política que tiene sentido, pero dadas las limitadas posibilidades que existen para controlar la inflación por oligopolios, esta estrategia tiene pocas posibilidades de obtener logros apreciables, aunque igualmente es importante que se avance en ese camino lo más posible. Frenar algo o mucho la inflación protegerá en alguna medida el nivel de vida del pueblo, reducirá el desgaste político que produce en el gobierno y que favorece al CCyCI, y lo que tiene una importancia estratégica fundamental, en la medida en que el pueblo participe en el control de precios irá adquiriendo mayor conciencia sobre la política real de las grandes empresas, siempre y cuando este proceso esté acompañado por verdaderas denuncias del gobierno y explicaciones satisfactorias por parte del verdadero progresismo y la verdadera izquierda.

El déficit fiscal podría ser solucionado cambiando el sistema impositivo, modificando la actual regresividad por una escala progresiva de impuestos en relación a la ganancia y al capital acumulado, y evitando la evasión que permanentemente ejercen las grandes empresas, tanto las agrícola-ganaderas como las industriales, comerciales y financieras.

Es necesario también derogar las leyes de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras instaladas en la última dictadura militar, y denunciar todos los 55 TIB (Tratados Bilaterales de Inversión), y el sometimiento a tribunales como el CIADI.

Sin restricción externa el CCyCI no estaría en condiciones de presionar por una devaluación, el gobierno podría administrar el tipo de cambio con tranquilidad.

Si el gobierno hubiera tomado las medias propuestas la devaluación se podría haber evitado. No es cierto lo que dicen políticos, economistas ortodoxos y voceros del CCyCI acerca de la inexorable necesidad de la devaluación.

Las medidas aquí propuestas constituyen un pequeño programa, que no solamente debería aplicar el gobierno, sino que es un programa que necesita el país, el conjunto de la población, todos los trabajadores, en particular la clase obrera.

Debe reclamarse al gobierno la aplicación de estas medidas, y ya sea que éste las aplique total o parcialmente o no lo haga, es necesario seguir impulsándolas, inclusive bajo futuros gobiernos. Es necesario que haya pronunciamientos de toda la izquierda y el verdadero progresismo a favor de este programa, y que se realicen encuentros, charles, actos y sobre todo movilizaciones para impulsarlo.
Esta tarea política cumplirá al menos dos objetivos: primero, optimizar las posibilidades de que este gobierno lo aplique. Segundo: es un programa que irá más allá de este gobierno, de permanente ejecución, que debe impulsarse hasta lograr que se aplique y mantener su vigencia. De esta manera, aunque el gobierno no ejecute estas medidas, y las tibias acciones que pueda seguir realizando no alcancen para frenar la ofensiva del CCyCI, la clase obrera y el pueblo habrán incorporado unos puntos fundamentales de un programa de lucha que se mantendrá en el tiempo.

Obviamente, el CCyCI ofrecerá la máxima oposición a su implementación. Aunque el gobierno quiera sinceramente llevarlo adelante le será muy difícil obtener una relación de fuerzas suficiente para lograrlo. Esta relación de fuerzas depende fundamentalmente del grado de conciencia que tenga el pueblo de la situación. El gobierno no ha tomado dentro de su estrategia la tarea de elevar la conciencia de la población[2], no ha impulsado una corriente dentro del FPV que trabaje en ese sentido. Ahora lo necesita, pero no puede lograr en forma inmediata que el pueblo tome cabal conciencia de la necesidad de tomar estas medidas. También aquí es una carrera contra el tiempo, en el caso de que el gobierno finalmente intente aplicar este programa.

La verdadera izquierda no debe esperar a que el gobierno adopte estas medidas. Debe impulsar sin demora de todas las maneras posibles este programa. Debe ser parte de su programa. De esta manera las masas que quieran luchar para que no se retroceda en el grado de redistribución del ingreso, empleo, etc., que se ha logrado bajo este gobierno, podrán tener un programa, una serie de tareas por las cuales luchar, lo haga o no el gobierno, lo haga o no el kirchnerismo dentro y fuera del gobierno, o los futuros gobiernos, si los hay, del FPV.

Seguramente el gobierno intentará algunas medidas, pero difícilmente estas incluyan la completa estatización del comercio exterior y menos aún la de los bancos. Es probable que desde fuera del gobierno se realicen distintos tipos de propuestas y que el pueblo apoye más a unas que a otras en determinado momento, la lucha por la más plena realización de este programa será larga y con avances y retrocesos. Pero debe ser una lucha perseverante. En cada momento que exista la posibilidad de llevar a la práctica un avance parcial hay que sumar todas las fuerzas posibles para que se concrete y continuar la lucha por mayores realizaciones. Solamente a título de ejemplo, sería el caso de que prosperara  la propuesta del gobernador Uribarri de  la creación del Instituto Nacional de Comercialización Agropecuaria[3], con todas las limitaciones que pueda tener. El programa se irá enriqueciendo, incorporando nuevas iniciativas, como la del Movimiento Nacional Campesino Indígena, MNCI, de desarrollar un Programa de abastecimiento de Alimentos estatal[4], entre otras reivindicaciones. Otra posibilidad es que el gobierno implemente la creación de un “organismo estatal de regulación del mercado agropecuario”.[5] La lucha debe ser permanente, aprovechando al máximo cada oportunidad de concretar un avance parcial, sin descuidar la estrategia general de estatización del comercio exterior y los bancos.

No todos los avances que el pueblo necesita llevar a cabo pueden lograrse bajo el capitalismo. De ahí la necesidad estratégica de revolución social, de expropiación de los capitalistas y de construcción del socialismo, que será inevitablemente una larga etapa en la que sobrevivirán por mucho tiempo elementos del capitalismo que tardarán en desaparecer. Hasta dónde se podrá avanzar en determinadas reformas como éstas bajo el capitalismo y hasta dónde no, es algo que no podrá resolverse completamente sino en la lucha misma. Es posible que este programa no pueda ser aplicado totalmente bajo el capitalismo, que sea necesaria la revolución social para hacerlo, habrá que ver. Pero lo que no cabe duda es que hay que intentar su concreción desde ahora, avanzando lo más posible, llegando al máximo que se pueda llegar bajo el capitalismo en la Argentina en este momento. No cabe duda que será una lucha difícil para la que habrá que contar con todas las fuerzas del pueblo, en especial la clase obrera como clase dirigente. Esta será inevitablemente una lucha contra el CCyCI, que también se verá dificultada en parte por la política del propio gobierno, que quiere el apoyo de los trabajadores, pero no acepta para nada la dirección de la clase obrera, que es fundamental para el triunfo de esta lucha. Todo está por verse. Pero no hay otra forma de seguir avanzando, y retroceder sería volver a una situación peor que la vivida en la década del ’90.

Hoy en el gobierno se está discutiendo hasta qué punto avanzar en los controles del comercio exterior y los bancos, de qué manera ejercer estos controles, cómo contar con apoyo popular. Hasta ahora ha preferido realizar medidas parciales, instrumentales, operativas, básicamente amigables con el capitalismo en lo fundamental. Esto lo llevó a retroceder hasta la devaluación frente a la ofensiva del CCyCI que venía provocando una gran inflación y una brecha cambiaria insostenible. El gobierno optó por la devaluación en lugar de avanzar con medidas radicales de algún tipo para control del comercio exterior y los bancos. Hoy se encuentra todavía en esa encrucijada, aún después de haber devaluado. Por ahora ha impedido que el CCyCI lleve su ofensiva devaluatoria más allá de los 8 pesos, y está intentado estabilizar la subida de precios en el punto más bajo posible. Pero son medidas insuficientes si el CCyCI sigue a la ofensiva. Por eso en el gobierno se discuten alternativas de control del comercio exterior.

Es necesario que la verdadera izquierda apoye e impulse este programa perseverantemente, que ayude a elevar la conciencia de la clase obrera y el conjunto del pueblo, única posibilidad de que esta lucha se lleve adelante con la profundidad necesaria.

Carlos A. Larriera
3.2.14












[1] Es mejor hablar de encrucijada en lugar de crisis o debilidad del gobierno, porque encrucijada implica la existencia de una lucha, en cambio debilidad o crisis puede ser entendida como que ya ha comenzado una dinámica hacia la derrota definitiva.
[2] Aunque desde el cambio de gabinete, las declaraciones de Capitanich y otros funcionarios incluyen muchas denuncias, que en parte ayudan a elevar la conciencia, dentro del marco general de confusión que implica la política de conciliación de clases del gobierno.
[3]http://tiempo.infonews.com/2014/02/03/argentina-118019-hay-grupos-economicos-especuladores-y-mezquinos.php, 03.02.2014 , "Hay grupos económicos especuladores y mezquinos", El gobernador entrerriano justifica el proyecto de creación de una Junta Nacional de Granos, Por:  Martin Piqué
[4] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=180391&titular=tiempos-de-definiciones-, 04-02-2014, Soberanía alimentaria y democracia o subordinación al capital financiero.

[5] http://pag-impar.blogspot.com.ar/2009_02_01_archive.html, Proyecto de estatización del comercio exterior