sábado, 3 de agosto de 2013

Problemas que puede traer la desilusión de las masas con el kirchnerismo

Problemas que puede traer la desilusión de las masas con el kirchnerismo Por más buenas intenciones que pueda tener la dirección del kirchnerismo, el crecimiento con inclusión social bajo el capitalismo es imposible, por más ampliación de la democracia burguesa que se produzca. Pero hay amplias masas de jóvenes y no tan jóvenes, de clase media, y también trabajadores, que creen en este “proyecto” y están entusiasmados con algunos resultados que ya se han producido, y esperanzados con que se logren los objetivos de inclusión social plena que proclama el kirchnerismo. Tarde o temprano, por una derrota electoral, por la imposibilidad de superar la oposición del capital concentrado, por un contagio de la crisis internacional imposible de enfrentar, por distintas causas, y seguramente por una combinación de ellas, el kirchnerismo encontrará límites infranqueables. Esto implicaría en mayor o menor medida una vuelta a una década del ’90 corregida y aumentada, y la reversión de las mejoras sociales hasta ahora realizadas. Todo esto puede producir un desánimo pronunciado en amplios sectores de masas, profundizando aún más el retroceso. Y ese desánimo provendrá principalmente de la incomprensión de las razones por las cuales el kirchnerismo fuera derrotado. Lo peor no será sólo por el retroceso y/o derrota en sí, sino la incomprensión de sus causas. Si las masas supieran hoy las razones por las cuales es utópico el proyecto, cuáles son las cosas que habría que hacer para qué no fracase, y cómo hacerlas, este conocimiento puede no alcanzar para evitar un retroceso y una derrota, pero sí para recomponer fuerzas y emprender la lucha con renovados objetivos, y desarrollar una estrategia y formas de lucha que permitan lograrlos. Concretamente, si las masas supieran hoy con absoluta claridad como funciona el capitalismo, sus diferentes sectores de clases, y todas las clases y sectores de la sociedad, y las causas inevitables de la actual crisis económica, si supieran cuál es realmente la política del capital concentrado y centralizado, si comprendieran que todo esto sólo puede lograrse con la expropiación del capital por medio de la revolución social, el balance sobre los límites del kirchnerismo se haría de una manera positiva y superadora. Hoy ese conocimiento no existe, y la izquierda actual no ayuda a desarrollarlo, cuando no confunde más todavía las cosas. La elevación de la conciencia revolucionaria de la clase obrera, su protagonismo en la lucha política de clases es entonces, como siempre, la tarea principal. Carlos A. Larriera 3.8.13

Pueden verse todos los artículos del autor en el blog
mail: gordiangus@gmail.com, Facebook: carlos augusto larriera


¿Cuál es la verdadera política de Francisco I?

¿Cuál es la verdadera política de Francisco I? El Papa ha hecho una verdadera campaña política en Brasil. Cualquier candidato estaría rebosante si pudiera tener la misma repercusión. En estos meses que han pasado desde su nombramiento, el Papa ha pronunciado innumerables discursos y se ha referido a muchos temas. No se puede pensar que no responden a una determinada política. El Vaticano es un conglomerado de grandes empresas capitalistas, pertenece al capital concentrado y centralizado, necesariamente debe tener al menos una de las políticas que está ensayando ese capital a nivel mundial. Aún cuando el Papa tuviera realmente buenas intenciones, no podría escapar a esa imposición. Pero es impensable que el Papa no sepa quién es quién. No puede ignorar el papel predatorio que tiene el capital concentrado a nivel mundial, cualquiera sea su lectura subjetiva de lo que percibe. El Papa está en contacto con todos los representantes del poder mundial, conoce lo que le pasa a la gente pobre, no puede ignorar lo que está pasando. No es ingenuo que llame al diálogo entre todos los sectores políticos de la burguesía gobernante y no gobernante en todos los países. Al reivindicar a Margaret Thatcher, dialogar con Macri, y muchos otros personajes de la extrema derecha mundial, de la internacional de derecha, está de alguna manera presentándolos como gente razonable y progresista con las cuales se puede dialogar. El llamado al diálogo es uno de los principales ejes de su discurso. Pero ¿Qué resultado puede tener ese diálogo entre el progresismo populista de Sudamérica y la extrema derecha? Inevitablemente, el sometimiento más o menos indirecto a la política de esa extrema derecha. El discurso del Papa tiene coincidencias fundamentales con el discurso de Capriles, él también llama al diálogo, a la unidad, etc. Y en la Argentina lo mismo hacen Macri, De Narváez, etc. Diálogo imposible, sería semejante a diagramar un viaje dos grupos de personas, unas que van a París, y otras que van a Roma. Imposible. La única posibilidad es que los dos grupos terminen yendo a uno de los dos lados, descartando el otro, todos a Roma o todos a París. ¿Y la extrema derecha está dispuesta a aceptar un diálogo que no implique imponer su política? Se habla mucho del llamado del Papa en Brasil a la juventud instándolas a salir a la calle y hacer lío. Pero ¿Desde dónde lo dice? ¿Qué quiere significar con eso? Se puede interpretar que convoca al pueblo a movilizarse reclamando por sus derechos económicos y políticos y sociales, a la salud, a la educación, etc., lo cual sería indudablemente una gran ayuda a la lucha del pueblo. Pero la inclusión de las palabras hacer lío sin ninguna especificación podría interpretarse también de otra manera. Lío también hacen los cacerolazos, intentando acumular presiones destituyentes, por ejemplo. Lío se puede interpretar de muchas maneras. Un ejemplo extremo sería el lío que llevaban a cabo las fuerzas de choque fascistas. Ya hay comentarios de oyentes de la radio de que hay jóvenes que hablaron de hacer lío contra este gobierno desde una perspectiva esencialmente destituyente. Es una política mundial del capital concentrado combinar el llamado al diálogo con la actividad de grupos que se movilizan para crear clima destituyente, llegando incluso en muchos casos a promover directamente fuerzas de choque. En Latinoamérica esto es muy claro, basta mencionar los días subsiguientes a las últimas elecciones presidenciales venezolanas. Esa es la línea que discutió la internacional de derecha reunida hacer algunos meses atrás en Rosario y Buenos Aires. Carlos A. Larriera 3.8.13

Un ausente político en la Argentina (y el mundo): la clase obrera

Un ausente político en la Argentina (y el mundo): la clase obrera



 La clase obrera argentina no tiene actuación política. Es necesario que la tenga dentro de una estrategia de revolución social. Se nota la ausencia política de la clase obrera. No es casual, Lenin en el ¿Qué hacer? planteaba que la clase obrera no puede elevar su conciencia a conciencia revolucionaria sin ayuda del exterior, debido a las condiciones de explotación que se lo impiden. Los partidos de izquierda actuales no cumplen con el rol de ayuda al proletariado a elevar su conciencia. Se limitan, al igual que los economistas criticados por Lenin en el ¿Qué hacer?, a participar de la lucha por reivindicaciones económicas. “La única esfera en que se pueden encontrar esos conocimientos es la esfera de las relaciones de todas las clases y capas con el Estado y el gobierno, la esfera de las relaciones de todas las clases entres sí”. Y más abajo: “…el ideal del socialdemócrata [comunista] no debe ser el secretario de tradeunion [sindicato] sino el tribuno popular, que sabe reaccionar contra toda manifestación de arbitrariedad y de opresión, dondequiera que se produzca y cualquiera que sea la capa o la clase social a que afecte: …que sabe aprovechar el menor detalle para exponer ante todos sus convicciones socialistas y sus reivindicaciones democráticas, para explicar a todos y cada uno la importancia emancipadora del proletariado.” Este gobierno es un gobierno que responde a la ideología utópica de la Juventud Peronista (JP) de los ’70, que creía que se podía lograr “la justicia social plena” bajo el capitalismo. Cristina Kirchner ha dicho directamente que no es revolucionaria, que reivindica a capitalistas y a obreros, trabajadores, pero que trabajen por el crecimiento con inclusión social. También afirma permanentemente que respeta las instituciones con absoluta determinación. Todas las medidas que ha tomado este gobierno –como la estatización de las jubilaciones, la AUH, etc.- que han avanzado de alguna manera sobre los límites que le impone el capital concentrado, han sido llevadas a cabo dentro de las instituciones de la democracia burguesa. Se ve día a día descarnadamente lo estrecho de estos límites, es imposible lograr plenamente el “crecimiento con inclusión social” a través de las instituciones de la democracia burguesa. El primer gobierno de Perón buscaba encorsetar a la clase obrera en sindicatos burocratizados, al mismo tiempo que les daba acceso a muchas reformas sociales. Este gobierno es un gobierno burgués, pero es y piensa como clase media, recoge la lectura que hizo la JP de los ’70, que reivindicó del primer peronismo las reformas sociales, la JP hizo de eso su eje central, y el punto de vista desde el cual caracterizó y reivindicó al primer peronismo. Durante este gobierno se han hecho avances en lo que tiene que ver con el procesamiento a los genocidas de la última dictadura. Y se han producido ampliaciones democráticas como la ley de medios (con todas las objeciones que se le pudieran hacer), el matrimonio igualitario, etc. Y las medidas económicas que también son ampliaciones democráticas, como la estatización de las jubilaciones, el aumento bianual de las mismas, la AUH, la creación de universidades y escuelas, etc. Se apoya políticamente en militantes y simpatizantes de clase media, en gran medida la juventud. Niega la independencia política de la clase obrera, se opone a toda elevación de la conciencia revolucionaria del proletariado. Desde la izquierda actual no se ayuda a la elevación de la conciencia. El gobierno se opone a esta elevación de la conciencia. La clase obrera está políticamente ausente, y se nota en la realidad social y política. No impulsa ni apoya activamente ninguna ampliación de la democracia, ni tiene un rol protagónico en la lucha contra el capital concentrado. Toda esa tarea política viene del gobierno (con todas sus limitaciones y distorsiones) o de la clase media, que no tiene política revolucionaria. La clase media no puede derrotar al capitalismo. No puede obligar al capitalismo a que acepte un “crecimiento económico con inclusión social”, la única forma de lograrlo es expropiando al capital, empezando por el capital concentrado y centralizado, y eso sólo se puede hacer con la revolución social, para lo cual es imprescindible la clase obrera. La clase obrera necesita saber cuáles son en cada momento las medidas máximas que se pueden tomar que impliquen avances democráticos, sociales y económicos para todos los trabajadores, para toda la población que vive de su trabajo. Y un verdadero partido obrero revolucionario debe explicar (“propagandizar”), agitar y organizar acciones que empujen hacia esos objetivos parciales, proclamando en todo momento su objetivo estratégico de revolución social. No hay otro camino hacia la revolución socialista. Lo contrario sería caer en posiciones anarquistas, imaginar que la conciencia revolucionaria ya está lograda, y que sólo falta “pasar a la acción”. La clase obrera debe ser combatiente de vanguardia por la democracia, y por todos los cambios económicos y sociales posibles en cada coyuntura, teniendo la revolución social como estrategia central. Carlos A. Larriera 3.8.13

El significado político de la influencia del Papa

El significado político de la influencia del Papa La palabra del Papa tiene una enorme influencia. Es innegable. No solamente sobre los católicos más fervientes, sino sobre la mayoría de los católicos que no son practicantes, incluso de los que tradicionalmente han tenido fuertes críticas al aparato de la Iglesia Católica. Pero el Papa es el Papa. Y cuando el Papa se muestra humilde, despojado, preocupado por el pueblo, les resulta inevitable creer en sus buenas intenciones. Incluso muchos progresistas hablan bien de la política del Papa. En las misas de los domingos se hace campaña desde el púlpito contra este gobierno. Esto tiene gran influencia sobre los católicos. Hace acordar, por ejemplo, al ’55. Es impensable que la línea que se baja en la Iglesia Católica argentina vaya en contra de la política del Papa. ¿Cómo se compatibiliza esto con el hecho de que progresistas elogien la política del Papa, siendo que al mismo tiempo defienden a este gobierno? Lo que no ha logrado la oposición de extrema derecha lo está logrando el Papa. Todos los ataques contra el gobierno han sido resistidos por muchos progresistas con firmeza y con sus propios argumentos. Pero quedan desarmados cuando esta política aparece disimulada detrás de la convocatoria permanente que hace el Papa al diálogo entre todos los sectores políticos, como si la oposición no fuera a utilizar ese supuesto diálogo futuro para imponer sus políticas. La oposición ha demostrado poca capacidad de convencer a la población. No es casual, ya que sus verdaderos planes son inconfesables, absolutamente saqueadores. Pero el Papa sí es convincente para muchos sectores de la población que atraviesan todas las clases sociales. Esa es la política del Papa, prestigiar a la oposición considerándolos partidarios del diálogo, y abrir grietas en los defensores de gobiernos populistas. No es casual que esta política del Papa coincida con la línea bajada en la reunión de la Internacional de derecha reunida en Rosario y Buenos Aires. Como no es casual que coincida con la política supuestamente dialoguista de Capriles en Venezuela. Es la misma estrategia, que antes los fracasos de los intentos anteriores de las derechas destituyentes, ahora se recurre a la influencia del Papa. Carlos A. Larriera 3.8.13

Las movilizaciones en el mundo y la conciencia revolucionaria

Las movilizaciones en el mundo y la conciencia revolucionaria A medida que se suceden las movilizaciones los propios movilizados se pregunta más y más ¿Y a donde vamos? ¿Cómo obtener una verdadera victoria? ¿Cómo garantizamos que no se revierta la victoria, en caso de lograrla? La respuesta a esto puede ser variada. Nunca va a ser la correcta en su totalidad, porque sin teoría no se puede actuar sin errores. Necesariamente habrá grandes errores. Espontáneos o inducidos por el poder capitalista. Y el poder capitalista no perdonará estos errores, e intentará por todos los medios convertir la lucha del pueblo en derrota, aprovechando su empirismo y su falta de teoría. La teoría es una palabra muy devaluada, y no por casualidad, al poder le interesa sobremanera esa devaluación, y durante siglos actuó en ese sentido. La teoría no es algo abstracto, el constructo del constructo, alejado de la realidad. Por el contrario, en palabras de Engels, la teoría es experiencia acumulada. Pero una experiencia acumulada histórica. Y una experiencia acumulada implica que hubo personas que se tomaron el trabajo de acumularla, ordenarla, incorporarla a la conciencia, y racionalizarla. Si esto no se hace, lo único que existe es la experiencia acumulada de masas, que tiene además de sus ventajas imprescindibles, sus faltantes que la llevan a no garantizar la victoria. Las ventajas es que las masas sólo elevan su conciencia por experiencias de masas, no como pueden hacerlo los intelectuales revolucionarios por medio del estudio. Pero elevar la conciencia solamente por experiencias de masas implica necesariamente muchas derrotas de esas experiencias de masas. Y también implica inevitablemente deformaciones de esa conciencia, porque es el poder capitalista el que se encarga de hacerlo por múltiples mecanismos, al no encontrar oposición en la ayuda a la elevación de la conciencia que es la tarea del partido revolucionario, de explicar incansablemente a las masas todos los aspectos del capitalismo. Es la combinación de la experiencia de masas y la tarea explicativa del partido lo que eleva realmente la conciencia política del proletariado y del conjunto de las masas a conciencia revolucionaria. Esto último, la elevación de la conciencia de las masas, se hace en forma natural principalmente a través del proletariado. Esto es lo que falta en Egipto, en todo el mundo árabe, y en el resto del mundo, tarea que corresponde exclusivamente al partido revolucionario y que ya fuera explicada por Lenin en el ¿Qué hacer? Es esa ausencia de la actividad revolucionaria de la izquierda actual un obstáculo insalvable para que las grandes movilizaciones de masas se transformen en verdaderas revoluciones proletarias. Carlos A. Larriera 3.8.13