viernes, 21 de septiembre de 2012


La estimulación del odio y del egoísmo dio su primer fruto


El cacerolazo y la marcha a Plaza de Mayo del jueves 13 amerita extremar la objetividad en el análisis acerca de su significación político-social.

A medida que pase el tiempo se irán acumulando comentarios al respecto, y podremos tener una perspectiva más clara acerca de la naturaleza de lo sucedido. Ahora sólo podemos intentar hacer algunas reflexiones que nos parecen necesarias.

Que sea una minoría, como dijo el ministro Abal Medina, es un hecho que por sí mismo no significa que la marcha no tenga su importancia. Es peligroso minimizar el hecho, y también peligroso sobredimensionarlo. Es cierto que fue una marcha mayoritariamente de clase media de cierto nivel de ingresos para arriba.[1] De hecho en los barrios de Buenos Aires que se mencionaron, no se incluyen los barrios más pobres como La Boca, Barracas, Parque Patricios, Pompeya, y muchos otros. Es la misma franja de la sociedad que estuvo haciendo pequeños cacerolazos cada tanto en los últimos tiempos.
Pero hay que tomar debida nota que hubo un salto cualitativo, no en la composición social, sino en el hecho de que esa protesta aislada y muy minoritaria de los cacerolazos anteriores, ahora emergió como una marcha bastante numerosa a Plaza de Mayo, y marchas proporcionalmente equivalentes en varias ciudades del resto del país.

Tampoco fueron movilizaciones masivas que explotaron por todo el país. De hecho sobra gente de esa franja de clase media en Córdoba, Rosario y Mendoza, como  para organizar marchas de 10, 15 o 20.000 personas. Y en otras ciudades y pueblos marchas más o menos equivalentes, ponderando al tamaño de cada localidad.

Lo importante no es evaluar si son grupos minoritarios o mayoritarios. Lo que hay que poder decir es la potencialidad de crecimiento, de repetición, que tiene este tipo de marchas. Y hacer un buen diagnóstico acerca de las motivaciones y el contenido de las mismas.

En realidad son marchas sin reclamos concretos. La mención a la inseguridad, la inflación, y la re-reelección no pueden considerarse tales. La inseguridad es mundial; en la Argentina surge mucho antes del 2003, y este gobierno hizo más que ningún otro anterior por reducir la inseguridad al aumentar el bienestar de gran parte de la población (jubilación, salario, AUH, etc.), es decir, reducir el problema social, y por lo tanto la base principal desde donde crece la inseguridad.[2]

La inflación no la provoca el gobierno sino la extranjerización y oligopolización de la economía. Se puede acusar a este gobierno de no solucionar el problema, pero no de crearlo.

Acerca de la posibilidad de re-reelección sólo han habido algunas voces del kirchnerismo que mencionaron el tema. Las elecciones son recién en el 2015. Lo único concreto  es que los medios de comunicación (grupo Clarín, La Nación, Perfil, etc.,) es decir, los voceros del capital concentrado destituyente, han instalado el tema de la re-reelección como si fuera un hecho objetivo de la realidad.

La administración del dólar tampoco es un motivo real, aunque gran parte de la clase media lo viva como una agresión a su libertad y su economía.

La falta de libertad, el autoritarismo del gobierno, la defensa de la república, también son ficciones que no tienen que ver con la realidad. Por el contrario, este es el gobierno más democrático en toda la historia argentina. Pruebas sobran.

No hay reclamos por la desocupación, por el salario, por la educación, por la salud, por la vivienda. No hay reclamos democráticos generales, como fueron las marchas contra el indulto en la época de Menem.

Son marchas sin reclamo concreto. ¿Entonces por qué las marchas?
Es impensable que por la administración del dólar o la inflación, o la inseguridad, etc., esa franja de clase media se movilice en forma conjunta. Esos reclamos existen, pero no pasan de quejas individuales o grupales.

En realidad, los que leen las marchas como reclamos concretos son los medios de comunicación destituyentes.[3] Y son estos medios de comunicación los que vienen trabajando, desde el 2008 por lo menos, para promover el odio y el egoísmo de estos sectores de la población. Lo que no habían logrado hasta ahora es que esa estimulación se transformara en una marcha conjunta de cierta envergadura. Estas marchas son el primer fruto de esa estimulación del odio y del egoísmo que se viene promoviendo desde hace mucho.

¿Por qué odio y egoísmo? Se podría decir que no hay odio, que sólo hay algo de bronca. Pero sí hay odio. Todos los epítetos hacia la presidenta implican odio, no sólo bronca. Decir “que se vaya con Néstor”, también implica odio. No todos en la marcha destilarán odio, pero muchos sí. También egoísmo porque no hay ninguna reivindicación social. Sólo quejas individuales, como en el caso del dólar. Esto lo dice muy bien de la Serna en el diario Página 12 del sábado 15.9: “reclamos individuales, la marcha del “yo”, no había un “nosotros’”, etc.

Y agregaría la falta de información o la ignorancia, porque todas estas quejas no tienen fundamento dirigirlas al gobierno. La queja por la inflación corresponde hacerlas a las empresas oligopólicas que controlan el mercado y por lo tanto los precios. El reclamo por el dólar habría que hacerlo a los exportadores y otros, que dejan gran parte de los dólares que cobran en el exterior, o a los que fugan grandes cantidades de divisas con fines puramente especulativos a través de los bancos, etc. Nadie se pregunta por qué hay inflación, y por qué hay necesidad de administrar el dólar, simplemente toman la propaganda de los medios destituyentes y culpan exclusivamente al gobierno.

Lo importante es saber qué o quién genera la movilización. Un reclamo contra el desempleo, por salarios, por salud, por vivienda, por educación, sí puede ser espontáneo y autogestionado, porque responde a necesidades vitales que obliga a la gente a movilizarse para lograr satisfacerlas, aunque sea parcialmente.

Pero la estimulación del odio y el egoísmo por parte del poder económico concentrado destituyente, a través del grupo Clarín, de La Nacion y de Perfil, tiene razones muy concretas. La más inmediata es la tan mencionada del 7 de diciembre, cuando el grupo Clarín deberá desprenderse de la mayoría de sus medios de comunicación cumpliendo con la ley de medios. Pero la razón de fondo y más general, es la necesidad de saqueo del poder económico concentrado. Este poder económico está compuesto por las multinacionales a las cuáles “sólo le interesa el país” para obtener materias primas, por un lado, y vender sus excedentes por el otro. Es decir, saquear al país. No le interesa lo que pase con la población, ni el desarrollo del mercado interno. Las materias primas que necesitan son agrícola ganaderas o extractivas como petróleo, gas, oro, litio, etc., para lo cual no necesitan el poder adquisitivo de la población argentina.

Este plan de saqueo, similar pero peor al de la dictadura y la década del ’90, no puede ser blanqueado, no puede mostrarse en un programa que gane las simpatía de la población, pero necesita un apoyo de una parte importante de ella, tanto para destituir de alguna manera al gobierno, como para derrotarlo electoralmente. Dado que el apoyo no puede lograrse prometiendo satisfacer reclamos como empleo, salud, educación, etc., lo único que queda es exacerbar las pasiones más negativas de la población y generar un apoyo ciego, absolutamente acrítico que sirva como masa social para instalar un gobierno que lleve adelante sus planes de saqueo.

Esta es una vieja política, muy conocida, maravillosamente ninguneada por la prensa opositora. En un artículo anterior referido a los pogroms se habla de algunos aspectos de esta política.[4] La referencia en esta nota a la base social de Napoleón III es bastante ilustrativa, por ejemplo, aunque no sea exactamente el caso de esta marcha. Existe odio en muchas personas por diferentes razones.

La oposición destituyente necesita recurrir a la estimulación y potenciación de ese odio o resentimiento que ya existe, en alguna medida, en mucha gente.

Y esa estimulación también se apoya en el egoísmo que esa misma gente tiene. Muchas personas de estos sectores de clase media normalmente piensan nada más que en su conveniencia personal inmediata, y se quejan cuando sienten que esta conveniencia es vulnerada.[5] Pero no se preocupan para averiguar las verdaderas causas de sus pesares, y no les importa la existencia de la mayoría de la población asalariada, trabajadora, o pobre.[6]
Sin embargo este odio y este egoísmo por sí solos no pueden llegar nunca a generar grandes movimientos sociales. Necesitan ser estimulados permanentemente, para que se traduzcan en algo parecido a un movimiento social.

Se puede afirmar que por sí solos los que marcharon el jueves no crecerán como movimiento opositor. Pero precisamente el problema radica en que la marcha no fue algo absolutamente espontáneo, sino que fue el primer fruto de una estimulación masiva efectuada durante años. Y el verdadero peligro es que esa estimulación masiva va a continuar porque responde a intereses del capital concentrado destituyente, intereses a los que no puede, no quiere, ni querrá renunciar.

Esto no significa que esta estimulación, inevitablemente, genere un importante movimiento social destituyente, pero sí implica que va a seguir incrementándose, y es necesario estar concientes de los peligros que eso implica.

Esta dinámica que impulsa la derecha es un peligro cierto, aunque potencial. No se puede hacer un pronóstico pesimista, no se puede anticipar que la derecha logrará un movimiento masivo basado en la estimulación  del odio y el egoísmo ciegos, y en el desconocimiento. Pero tampoco se puede ignorar su peligrosidad.

Carlos A. Larriera
16.9.12  



[1] Esto no quiere decir que pueda haber habido gente de otros sectores sociales.
[2] No estamos diciendo que los pobres sean los culpables, sino que la pobreza masiva facilita a los narcotraficantes, a los policías corruptos, etc., reclutar gente sumida en la desesperación.
[3] Repito la palabra destituyente, porque es necesario tomar conciencia plena de la existencia de una voluntad destituyente en gran parte de la oposición, la oposición de derecha.

[4] En Rebelión, Pogroms, patotas, y otras variantes de fuerzas de choque fascistas o proto-fascistas, Carlos A. Larriera, 13.12.11
[5] Es cierto, relativamente, que la clase media que posee un cierto excedente de ganancias, es susceptible de sufrir una excesiva presión impositiva por parte del gobierno. Esto es un fenómeno mundial bajo el capitalismo cada vez que algún gobierno intenta llevar adelante algún grado de distribución del ingreso. Esto se debe a que a cualquier gobierno capitalista le resulta difícil, si no imposible, cobrarle impuestos a los que verdaderamente pueden y deben pagarlo, los ricos. Y la franja de la clase media con cierto excedente no tiene forma de defenderse de la presión impositiva. Hasta qué punto este gobierno puede evitar esta problemática es algo a analizar, en la realidad actual, y en la dinámica futura.
[6] Esto no quiere decir que todos los que concurran a esta marcha y a las que puedan venir tengan estas características, pero sí que ese es el contenido general que tiene y tendrá la base social de estas marchas, y el sentido en que se las estimula permanentemente. Otros integrantes tendrán distintos grados de bronca y egoísmo. Algunos estarán confundidos por su falta de conocimiento de la realidad socio-económico-política, etc.