martes, 28 de diciembre de 2010

Aportes y limitaciones del kirchnerismo

Entre los aportes del gobierno de los Kirchner podemos mencionar la política de derechos humanos, la estatización de la jubilación, la asignación universal por hijo, la ley de medios audiovisuales, el matrimonio igualitario... Estas medidas son, en general, producto de la lucha del pueblo, sin olvidar que si un gobierno no toma la decisión de ejecutarlas, no se producen. Una de sus decisiones fundamentales es la de no reprimir la protesta social, que, hasta ahora, se ha cumplido en gran medida, por parte del gobierno nacional. En este sentido la diferencia con gobiernos anteriores es grande.[1]

El gobierno de Kirchner pasó, en su momento, del intento de transversalidad a instrumentar acuerdos con gobernadores, intendentes, y punteros. La llamada transversalidad suponía formar un nuevo partido o movimiento, reuniendo a la parte progresista del peronismo, con todo el progresismo de los distintos partidos o tendencias políticas. Después de avanzar durante un tiempo con este proyecto, Kirchner creyó que no iba a lograrlo e intentó acuerdos con una gran parte del PJ. Es una de las razones que aduce Sabbatella para construir su partido en forma independiente. Explica que no se puede hacer la nueva política con el viejo aparato del PJ.

La presidenta continúa con este acuerdo, que es político y económico. Muchas veces lo económico significa, además, negocios comunes, como parece ser el caso de la minería a cielo abierto. Con respecto a Formosa el gobierno nacional tiene, evidentemente, acuerdos con la gobernación, que apoya al kirchnerismo. Esa relación, seguramente influye sobre la actitud del gobierno ante los asesinatos de Roberto López y Mario López de la comunidad Qom ocurridos en Formosa. A pesar del repudio y los reclamos efectuados por organismos de Derechos Humanos, organizaciones populares, y algunos partidos políticos, es llamativa la pasividad del gobierno nacional.[2]

Los Kirchner han crecido como empresarios. Tienen los inconvenientes y los compromisos de todos ellos. Tienen límites. Se diferencian del resto de la población, que vive sólo de su trabajo personal. No pueden pensar exclusivamente en función de las necesidades del pueblo, porque también tienen acuerdos e intereses empresariales.

Pero también pertenecieron a la juventud peronista en su juventud, y conocen al pueblo trabajador. No son como Macri, sienten al pueblo. ¿Cómo conviven las dos vertientes en la política kirchnerista? No se puede saber

Se puede suponer que están convencidos que es imposible hacer política sin dinero. Son empresarios, tratan de ser más poderosos como tales y van aglutinando a un sector del empresariado a su alrededor, a pesar de que éste sólo tiene intereses permanentes, y cambia de socios según las circunstancias.

Por otro lado, todas las medidas progresistas de los Kirchner son un subproducto de las grandes luchas populares del 2001 en adelante.

El propio Duhalde —que hoy en día se visualiza claramente como lo peor de la derecha, y el principal planificador de los operativos destituyentes basados en la violencia— se vio en la necesidad de dar planes trabajar durante su presidencia interina, para apaciguar un poco el clamor popular.

Cuando Kirchner asume en el 2003 ese clamor popular todavía no se había extinguido. Aún hoy no lo está, ha tomado nuevas formas. Kirchner debía tomar medidas progresistas si quería gobernar. El poder económico sabía que en ese momento no se podía gobernar de otra manera. Esa es otra razón por la cual Kirchner pudo tomar medidas progresistas. Pero, probablemente, también Kirchner quería hacerlo.

El carácter empresarial de los Kirchner se diferencia de la oposición de derecha, es decir, del gran poder económico, porque los Kirchner quieren impulsar, hasta donde les es posible, un desarrollo económico con inclusión social. Eso parece ser cierto. No son revolucionarios ni socialistas, por eso navegan dentro del posibilismo, son contradictorios y duales.

El gran poder económico, la derecha, el que gobernó durante la década del ’90, está desesperado porque este gobierno se queda —actuando como otro sector del empresariado— con parte de sus superganancias. Y, además, distribuye otra parte de esas superganancias en la población. Realiza, en cierta medida, política redistributiva. Recorta de estas dos maneras las superganancias del gran poder económico. Este odio de la oposición de derecha está potenciado por la gran crisis del capitalismo, que les exige buscar más ganancias que en cualquier otra época anterior. Además, los grandes capitalistas compiten entre sí, y el que pierde pasa a un segundo plano o desaparece como gran capitalista.

Por otro lado, el kirchnerismo, ha tomado, por lo general, medidas progresistas como reacción ante los ataques de la derecha. Tales son los casos de la estatización de la jubilación o la asignación universal por hijo. Lo bueno es que, hasta ahora, ha reaccionado en forma progresista a esos ataques.

Los errores de progresismos como Proyecto Sur, son múltiples. Esta organización política cree equivocadamente que el poder está en el gobierno, le adjudica todos los males como la pobreza. Parece ignorar lo que representa la oposición de derecha, pone un signo igual entre los Kirchner y ésta. Actúa como si no registrara su ofensiva sobre el gobierno, como si ignorara que la derecha se opone implacablemente a toda medida progresista. Parece no ser conciente de la catástrofe que sería para el pueblo si volviera a ganar la derecha, por elecciones o por maniobras destituyentes. Por otra parte, la izquierda realmente existente, comete errores parecidos. Habría que hablar de malas políticas más que de errores.

Ningún gobierno tiene todo el poder. Son gerentes del poder económico. Políticos como Carlos Raimundi lo entienden bastante bien. Cuando estos gerentes llevan adelante todo lo que el poder económico les pide, impresionan como si tuvieran una gran fuerza para gobernar. Los Kirchner han mostrado un grado considerable de independencia frente al gran poder económico, mucho mayor que cualquier otro gobierno, y una gran vocación por tomar medidas progresistas. Pero no son socialistas. La izquierda los ataca como si fueran un gobierno socialista que traicionara sus principios. Solamente es un gobierno que se maneja dentro del capitalismo y dentro de eso, toma medidas progresistas.

Todos los males como la pobreza, el trabajo en negro, el desempleo, provienen desde la dictadura militar y fueron creciendo. La concentración económica, la extensión de la frontera sojera, y muchos otros males son imposibles de impedir bajo el capitalismo para cualquier gobierno, aquí, en Estados Unidos (Obama) o en cualquier otro país. Según la coyuntura se pueden moderar o paliar los efectos nocivos de este proceso del capitalismo, pero no se pueden eliminar.

Este gobierno es responsable, formalmente es responsable de todo. Pero una cosa es mostrar pasividad frente al proceso de concentración económica, y otra cosa es ser parte de él, o promoverlo. Una cuestión es solucionar mucho o poco el problema del trabajo en negro, otra cosa es haberlo generado, o generarlo. Cierto progresismo y la izquierda actúan como si este gobierno fuera el generador primigenio de todos esos males, y como si tuviera el poder suficiente para eliminarlos.

Es un error atacar al gobierno desde el progresismo o la izquierda, pidiéndole prácticamente que sea lo que no es, que sea poco más o menos, un gobierno socialista, que piense solamente en los intereses del pueblo. También es equivocado no defender las medidas progresistas y no luchar para impedir el triunfo de la derecha.

Por otro lado, el error de muchos kirchneristas sinceros es creer que el kirchnerismo es un proyecto que puede cambiar radicalmente el país, logrando un verdadero desarrollo con inclusión social. Otro error es creer que hay que seguir la conducción del gobierno kirchnerista, pensando que ellos están capacitados para conseguir ese objetivo.

El gobierno tiene contradicciones, y las va a tener siempre, tiene zonas oscuras, como la minería a cielo abierto, los acuerdos con gobernadores e intendentes, y zonas luminosas.

Se necesita que todo ese maravilloso despertar popular que se percibió en el Bicentenario y después de la muerte de Néstor Kirchner, se traduzca en organización, y en toma de conciencia del pueblo de su propio protagonismo. Que, de una forma u otra, sea el mismo pueblo el que logre los objetivos progresistas a los que parece apuntar el kirchnerismo.

No hay que olvidar que, aún cuando el gobierno quisiera por propia iniciativa, llevar adelante todas las medidas que necesita el pueblo, no tiene fuerzas por sí solo para frenar y neutralizar al gran poder económico. A este poder no se lo puede derrotar, no se lo puede erradicar dentro del capitalismo, porque es el capitalismo mismo en su forma más desarrollada y concentrada. Sólo se lo puede frenar en alguna medida y por cierto tiempo.

Con todos los pros y los contras del kirchnerismo, el contexto en que se desarrolla la lucha del pueblo, bajo todas sus formas, durante estos dos gobiernos, es infinitamente más favorable que lo que sería el contexto en un hipotético futuro gobierno de derecha. Esta derecha es sólo saqueo y destrucción, acaparamiento insaciable de ganancias, redistribución nula, avance permanente sobre los derechos del pueblo, represión generalizada y muchos males más. No hay punto de comparación. La centroizquierda de Pino Solanas y la izquierda parecen no entenderlo. Hoy ponen un signo igual entre Cristina y Macri. Quién más quién menos se separa de este gran renacimiento de la solidaridad, la confraternidad y la lucha del pueblo, por la simple razón de que este movimiento se reivindica kirchnerista. Lo que se debe hacer es integrarse en una misma lucha con el pueblo, aún no siendo kirchnerista. El contenido y las tendencias profundas de este despertar popular va mucho más allá del kirchnerismo mismo.

Integrarse en una misma lucha con el pueblo, es imprescindible. Pretender que el pueblo se reivindique progresista o de izquierda como condición para participar en una misma lucha, no tiene sentido. Condenaría al progresismo y la izquierda a estar siempre separados de la lucha del pueblo. Integrarse en una misma lucha con el pueblo, no es integrarse con el kirchnerismo y no implica, de ninguna manera, que el progresismo y la izquierda bajen sus banderas. Cómo combinar las dos cosas pertenece al arte de la política.

Es necesario que toda oposición progresista o de izquierda se integre con el pueblo que está luchando bajo las banderas kirchneristas. Aunque no sea kirchnerista, debe apoyar todas las mejoras que realice este gobierno, y frenar todo intento de la derecha. El pueblo necesita ir por más, debe pedirle más al gobierno. Pero es necesario hacerlo movilizando, creando conciencia, organizándose, de manera que el gobierno se vea reclamado pero también fortalecido por la movilización y la demanda popular, única manera que la derecha se vea obligada a tolerar nuevas medidas progresistas.

Carlos A. Larriera

26.12.10




[1] Hoy se ha producido la detención de dos compañeros del Partido Obrero y de Causa Ferroviaria, Hospital y Murano. Desde ya nos sumamos al reclamo por su libertad. Un análisis de todo lo ocurrido no podemos hacerlo por lo reciente del hecho.

[2] El 26.12.10 se difundió la noticia que el ministro Randazzo recibirá al cacique Félix Díaz, quién permanece en huelga de hambre en la Avenida de Mayo y 9 de Julio, desde el jueves pasado, junto a otros cinco originarios. Se buscaría en esa reunión una salida al conflicto por las tierras y la seguridad de los tobas en la provincia de Formosa. (Diario Registrado)

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